Cajón de Sastre
Rafael Correa no resucitó
Cajón de Sastre
Miami/Es más que evidente que el pueblo ecuatoriano ha tomado conciencia de lo que significaría para su país el retorno a la presidencia de Rafael Correa, un delincuente convicto por corrupción que habrá de lamentar hasta su último día haber apoyado a Lenin Moreno en su marcha hacia la primera magistratura de la nación.
Este sujeto, nuevamente en el poder, habría dado una vuelta de tuercas que les arrebataría irremisiblemente el futuro, tal y como ha ocurrido en Cuba, Nicaragua, Bolivia y Venezuela, donde las propuestas castrochavistas han sumido a esos pueblos en un estado de postración moral y material muy difícil de superar.
El populismo que patrocina este autócrata es sumamente peligroso porque personifica la versión del déspota ilustrado, que, al contar con conocimientos académicos, usa ese discernimiento para exprimir con mayor eficiencia las prerrogativas del ciudadano. Correa, en mi opinión, es de todos los déspotas del hemisferio el que más se asemeja a Fidel Castro, porque es un iluminado poseedor de la verdad absoluta que no padece la agonía de la duda.
Este sujeto, nuevamente en el poder, habría dado una vuelta de tuercas que les arrebataría irremisiblemente el futuro, tal y como ha ocurrido en Cuba, Nicaragua, Bolivia y Venezuela
Sujetos como Correa ejercen una especie de atracción fatal sobre un sector de la población. Son capaces de interpretar las ansias de un núcleo importante de personas, que sin importar los abusos y errores en los que incurran, siempre van a estar a su favor. Cuentan con una masa que se conduce al ritmo de su flautista y disfruta los avatares de los abismos.
Correa, al igual que Fidel Castro, Nicolas Maduro, Evo Morales y Daniel Ortega, por solo mencionar a los caudillos del castrochavismo, poseen ese encanto mágico que los sitúa, para sus partidarios, más allá del bien y el mal, razón que los asiste para ser un peligro real en cualquier sociedad democrática.
Un individuo con firmes convicciones democráticas nunca podrá estar de acuerdo con que sus derechos sean conculcados por un gobernante que se atribuye la facultad de interpretar las querencias de la nación al crear comités de delatores que auscultan la vida de los otros o permitir cambios económicos que ahondarían la miseria de todos.
Afirmar que Nicolas Maduro representa un régimen legítimo es un absurdo de los primeros tiempos del Socialismo del Siglo XXI, como cuando Hugo Chávez proclamó que conduciría a Venezuela al mar de la felicidad cubano. Tanto Cuba como Venezuela distan mucho de ser un paradigma para cualquier sociedad y el que lo proclame comete suicidio político como hizo la candidata Luisa González.
Por demás, la capacidad de sobrevivencia de estos individuos es inaudita, son capaces de aliarse a sus acérrimos enemigos, por tal de continuar en planos importantes, como lo hiciera Daniel Ortega en Nicaragua al lograr un acuerdo electoral que le permitió ganar la presidencia en el 2007 o Fidel y Raúl Castro en Cuba, que han logrado cargarle al embargo estadounidense todas sus culpas aunque gastan en ese mercado cientos de millones de dólares al año, mientras le imponen al pueblo que desgobiernan un bloqueo que va por 66 años.
Correa, en mi opinión, es de todos los déspotas del hemisferio el que más se asemeja a Fidel Castro, porque es un iluminado poseedor de la verdad absoluta que no padece la agonía de la duda
Al parecer los ecuatorianos han tenido una clara conciencia de la realidad al percatarse que la elección de un testaferro de Correa implicaría su retorno, ya que habría realizado las maniobras necesarias para permitir el regreso del prófugo de la justicia, tal y como hiciera en la década del 70 el dirigente justicialista argentino Héctor Cámpora, que al llegar a la presidencia eliminó todas las restricciones que existían contra Juan Domingo Perón haciendo posible que fuera presidente.
El fugitivo fue el perdedor de los comicios, no la candidata González, sin embargo, no dudo de la capacidad de sobrevivencia que tienen estos demiurgos como diría Anatole France y me ha comentado mi amigo Alberto Paz, un profundo conocedor de la realidad ecuatoriana y cubana, quien considera que el fracaso correista fue consecuencia de los muchos errores en campaña de sus testaferros, como también afirman, algunos medios de prensa del país sudamericano.
El asunto es que estos sujetos nunca pierden, acusan al ganador de fraude, sin embargo, no han presentado una denuncia asistida con pruebas suficientes.
El ex presidente ha demostrado estar entre los que se creen elegidos. Su visión de la realidad solo le permite apreciar la existencia de dos colores, el blanco y el negro, carácter que logra insuflar entre sus partidarios, al igual que posibilita que sus seguidores solo busquen la confrontación, el todo o nada que vivíamos en Cuba cuando las masas pedían paredón sin saber por qué o para quien.
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