Afectada por la decadencia de Varadero, la ciudad de Matanzas apuesta al turismo religioso

Cuba

Los exiliados que practican la santería vuelven para hacer ofrendas a sus deidades y otros rituales

“En todas partes el turismo va mal”, confiesa una trabajadora del complejo hotelero Velasco-Louvre.
“En todas partes el turismo va mal”, confiesa una trabajadora del complejo hotelero Velasco-Louvre. / 14ymedio
Pablo Padilla Cruz

19 de agosto 2025 - 07:59

Matanzas/En la provincia de Matanzas, no es Varadero el único lugar que ha visto desplomarse el flujo de turistas y los ingresos de los negocios locales. “En todas partes el turismo va mal”, confiesa una trabajadora del complejo hotelero Velasco-Louvre, en la ciudad cabecera, que asegura a 14ymedio que el 75% de las habitaciones están vacías y los clientes que llegan “son casi todos cubanos”.  

“Sin contar algún ruso suelto, un par de canadienses y, ocasionalmente, un chino, la mayoría de quienes se hospedan aquí son trabajadores de alguna empresa en convenio con Cuba o marineros con barcos anclados en el puerto”, asegura Liudmila. No obstante, afirma que los empleados y directivos hacen “lo que se puede” para garantizar que sus clientes tengan una buena estancia.

Si se va a la página de reseñas del hotel en TripAdvisor, explica Liudmila, los comentarios van desde clientes que aseguran haber vivido una experiencia maravillosa hasta quienes juran no volver a poner un pie en el Velasco-Louvre. El hotel mantiene una valoración relativamente alta, de 4,3 estrellas, y eso se explica, según la empleada, porque “los trabajadores muchas veces son incitados por los jefes a poner altas calificaciones del hotel bajo presión laboral”.

El hotel mantiene una valoración relativamente alta, de 4,3 estrellas, y eso se explica, según la empleada, porque “los trabajadores muchas veces son incitados por los jefes a poner altas calificaciones del hotel bajo presión laboral”

No obstante, nada de eso va a traer a los yumas de vuelta, ironiza. Por eso el establecimiento ha debido adecuarse a los tiempos que corren. “Se inventaron una ‘tarde cubana’ y solo asisten clientes nacionales y los familiares de los músicos que amenizan la actividad. Es una tarde cubana para mostrarle la cultura cubana a los cubanos”, se burla.

Liudmila tampoco cree que los precios por la estancia jueguen a favor del hotel. “Una habitación sale en 70 euros en esta temporada, mientras que en una casa de renta con mejores condiciones posiblemente no llegue a los 35 dólares. Los particulares en la ciudad nos ganan el pulso”, confiesa.

Si bien es cierto que a los hostales muchas veces les va mejor que a los hoteles estatales, la desaparición masiva de los turistas no deja de golpear también a los particulares y han debido adaptarse para sustituirlos con público cubano.

“Ahora mismo tenemos huéspedes, viejos clientes que vienen a menudo, que estarán por dos meses ya que su visita es por motivos religiosos”, cuenta a 14ymedio Dayana, de 25 años y quien alterna el trabajo en el hostal de sus padres con su empleo en una tienda de plantas ornamentales. Según cuenta, el turismo religioso está en boga, y son los cubanos emigrados los que más lo practican.

Mayormente, explica, se trata de personas que ya practicaban la santería en Cuba y, cuando se fueron, no perdieron el contacto con sus “padrinos”. En cuanto pueden regresan a la Isla para hacer ofrendas a sus deidades o para hacerse santo. Otros viajan sencillamente porque esos rituales son más baratos en la Isla que, por ejemplo, en Miami. “Incluso conocí a una familia que, después de vivir muchos años en Canadá viajando con frecuencia para hacer ofrendas, decidieron llevarse a su santo para allá. Antes los veneraba la suegra, pero en cuanto decidieron sacarla, metieron también las imágenes en los matules y se las llevaron. Hasta los santos emigran”, reflexiona.

“Ahora mismo tenemos huéspedes, viejos clientes que vienen a menudo", cuenta una propietaria.
“Ahora mismo tenemos huéspedes, viejos clientes que vienen a menudo", cuenta una propietaria. / 14ymedio

Dayana y su familia no practican la santería, pero su hostal está enclavado en un barrio donde muchos profesan la fe yoruba y, cuando empezaron a escasear los canadienses y europeos, vieron una oportunidad en el turismo religioso para no perder su hostal. “Mi tía gestiona todo en Estados Unidos con Airbnb y nosotros recibimos a los clientes aquí. Solo en casos raros algún amigo que trabaja en un hotel de Varadero nos recomienda a los turistas internacionales, aunque hace tiempo que eso no pasa. Los clientes que tenemos son regulares y vuelven porque han tenido un buen servicio, eso es claro”, presume. 

En cambio Ana, otra propietaria de un hostal ubicado en el reparto de Iglesias, ha desarrollado estrategias distintas para mantenerse a flote. Además de estar en la zona de playa, la mujer se ha tomado al pie de la letra el refrán “el ojo del amo engorda el caballo” y no hay un solo punto de la gestión de su renta que no pase por sus manos. 

“Como dueña, yo sé mejor qué necesita el cliente y estamos siempre intentando facilitarle la estancia en nuestro hostal. Aquí, si el huésped desea cenar aunque no esté en la lista de servicios, se le hace por un costo adicional una cena, de manera que el visitante tiene la posibilidad de escoger. Al ser un negocio más pequeño que un hotel, podemos darle un tratamiento especial a las necesidades de los clientes, ellos lo agradecen y muchas veces repiten y hasta se vuelven como parte de la familia”, valora Ana.

Atraer extranjeros en medio de la crisis actual es una tarea bastante compleja, pero después de que su negocio sobreviviera a los años más duros de la pandemia de covid-19

Atraer extranjeros en medio de la crisis actual es una tarea bastante compleja, pero después de que su negocio sobreviviera a los años más duros de la pandemia de covid-19, la matancera se resiste a dejar que el hostal en el que ha puesto todo su esfuerzo y dinero desaparezca. “Hemos añadido el servicio de lavandería y ofrecemos desayunos cuyo costo está incluído en el precio del hostal, que no rebasa los 30 dólares. Para clientes nacionales, que no son muy frecuentes, incluso ofrecemos una rebaja o algún servicio gratuito”. 

Obtener los ingredientes para la cocina y el resto de los insumos para mantener el hostal en condiciones y prestar una buena atención a los viajeros es sin duda un problema para Ana. Sin embargo, la matancera se toma las dificultades con espíritu deportivo: “Ya son 20 años trabajando en este mundo y tenemos nuestras mañas. De momento estamos apretados pero vivimos”.

Las experiencias de Dayana y Ana, sin embargo, no son las mismas que han vivido muchos hostales particulares, que con el desabastecimiento y la caída del turismo han naufragado. Tampoco los hoteles del Estado, en los que se esperaría que hubiese más recursos, han salido airosos.

Cercana a La Habana y con el enclave turístico más importante del país a apenas unos kilómetros, Matanzas vivió un boom hotelero hace más de una década. Entonces se planificó restaurar tres hoteles en el casco histórico: el Velasco y el Louvre, que estaban abandonados y terminaron convirtiéndose en un solo establecimiento de la cadena Encanto, y el Dos Amigos, una antigua cuartería. Al proyecto se sumó además el hotel París, en Pueblo Nuevo.

Para cada uno de estos locales se previó una temática: la cultura afro-cubana, china o española, que explotara tanto la impronta asiática en Matanzas como la religión –cerca está el callejón de las Tradiciones, dedicado a la herencia africana– , con la celebración de La Colla, antigua fiesta en honor a la Virgen de Monserrate, patrona de Cataluña. También se quiso desalojar a familias que vivían en las cuarterías que serían remodeladas, pero no se consiguieron viviendas para trasladarlas y los problemas internos terminaron por echar por tierra el plan. 

Solo el Velasco-Louvre llegó a abrir sus puertas y mantiene algo de su esplendor, después de ser restaurado en 2023, pero ni siquiera conserva la temática cultural que se pensó para él años atrás.

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