'Che' Guevara no estuvo en Bahía de Cochinos y tampoco quería estar Kennedy

El argentino fue herido en un extraño incidente en Pinar del Río y el presidente de EE UU rechazó los planes de la CIA

Un grupo de soldados de la defensa antiaérea cubana.
Un grupo de soldados de la defensa antiaérea cubana. / Cubadebate
Juan Izquierdo

19 de abril 2025 - 13:48

La Habana/La invasión de Bahía de Cochinos en abril de 1961 se celebra con desgano en una orilla y se recuerda con desencanto en la otra. Este año ha sido la excepción. Varios acontecimientos –el más poderoso de ellos: la desclasificación de los “Papeles de JFK” en EE UU– han atizado los rumores sobre lo que pasó realmente durante aquellas jornadas en las que, para muchos, Fidel Castro consolidó su autoridad absoluta. 

Viejos problemas históricos han vuelto a la conversación pública: la extraña ausencia de Ernesto Che Guevara en la defensa contra la Brigada de Asalto 2506; el grado de responsabilidad de John F. Kennedy en la derrota de los invasores, que todavía hoy lo llaman “traidor” a la causa cubana; las primeras disensiones y peleas en el alto mando del régimen; y, por último, la campaña de injerencia –discreta, aunque no secreta– desarrollada por Castro en la región.  

Luis Hernández Serrano, un peso pesado del periodismo oficialista, salió esta semana a defender la explicación oficial sobre la ausencia de Guevara en Girón. La historia no puede ser más rocambolesca, pero figura en varias biografías tanto cubanas como extranjeras, como la del estadounidense Jon Lee Anderson. 

Supuestamente, el Che se disparó a sí mismo por accidente en vísperas del ataque, con su pistola soviética Stechkin. La bala le dio en la cara. “No sé cómo pudo pasar, pero la pistola se me cayó y se disparó, esa es la pura verdad”, se justificó ante el cirujano que lo atendió, Orlando Fernández. 

Que la noticia se la diera a los médicos José Arigbay, segundo jefe militar en Pinar del Río, sugiere que el suceso tuvo lugar en algún punto de esa provincia. Según Hernández Serrano, fue también en el hospital provincial pinareño donde lo operaron “de urgencia”. 

“El plomo le penetró por la mejilla izquierda. Ya iban a explorar con un bisturí la herida para ver su posible trayectoria”, dijo entonces el cirujano. “No hay parálisis. No hay signo de trastorno neurológico. Tampoco se ha lesionado el conducto que lleva la saliva de la glándula parótida hacia la boca; ni siquiera el maxilar ha sido tocado. El plomo recorrió el pequeño tramo por dentro de la cara”. 

Guevara en 1966, completamente afeitado, antes de viajar clandestinamente a Bolivia.
Guevara en 1966, completamente afeitado, antes de viajar clandestinamente a Bolivia. / Cubadebate

Una fotografía de Guevara en 1966, completamente afeitado, muestra que de haber ocurrido realmente el tiro, apenas lo rozó. El retrato insinúa una marca, que no concuerda con el relato del balazo de Hernández Serrano. Anderson confirma que el episodio tuvo lugar, aunque enfatiza que el verdadero daño no lo hizo la bala, sino una inyección de antihistamínico que le provocó un shock tóxico.

Hernández Serrano argumenta que debe volver a contarse este relato, porque sobre el tema “se han dicho, redactado y publicado falsos argumentos, por ignorancia o mala intención”. En realidad, nadie en las últimas semanas ha publicado nada al respecto. Bahía de Cochinos tuvo una cobertura mediática profusa, pero caótica, e incluso en las fotos que se conservan de la plana mayor cubana apenas se nota quién está y quién falta. 

No obstante, el autor reacciona contra los “enemigos de nuestro proceso socialista” que afirman que fue alguna pelea con Fidel o Raúl Castro la que provocó que Guevara, en un rapto de enojo, faltara al lugar. 

La inteligencia artificial tiene su propia explicación sobre el suceso. Al formularle este diario al Chat GPT la misma pregunta de Hernández Serrano –”¿Por qué el Che no peleó en Girón?”– fue más claro que el periodista. 

“En ese momento, el Che estaba en la zona de Pinar del Río, al occidente de Cuba, dirigiendo una operación de distracción debido a un falso aviso de desembarco en esa región. Durante esa movilización, hubo un accidente con una patrulla cubana, en el que murieron varios hombres por fuego amigo, un episodio que él mismo lamentó más adelante”. 

De más está decir que Hernández Serrano no alude en ningún momento a esta cacería de esta “pista falsa” ni al accidente en el Occidente cubano. Solo el 20 de abril, cuando ya el combate estaba más que terminado, el Che fue a Bahía de Cochinos. ¿Para qué? La respuesta del oficialismo es otra reducción al absurdo: “Viajó a las arenas del combate porque sí”. 

Utilizar al guerrillero muerto en 1967 como mito del revolucionario perfecto ha sido una práctica constante, pese a la ambigüedad y confusión que caracteriza a estas “anécdotas”. Las circunstancias del supuesto hallazgo de sus restos en Bolivia, sin ir más lejos, dan múltiples razones para dudar de que los huesos inhumados en el mausoleo de Santa Clara sean realmente los de Guevara. 

Varios medios independientes han aprovechado para volver a otro tema clásico cuando se habla de Girón: la “traición” de Kennedy

Pero la efeméride no solo ha dado de qué hablar en la Isla. Varios medios independientes han aprovechado para volver a otro tema clásico cuando se habla de Girón: la “traición” de Kennedy a los exiliados. 

La pusilanimidad del demócrata, su “manifiesta ausencia de audacia y liderazgo” –en palabras de un historiador cubano exiliado–, han sido la opinión habitual que de Kennedy han tenido los veteranos de la invasión. Sin embargo, un memorando del asesor presidencial Arthur Schlesinger, fechado el 30 de junio de 1961 y publicado como parte de los “Papeles”, culpa a la CIA del fracaso. 

En 17 páginas, Schlesinger ofrece un panorama de desorganización y fracasos en la operación militar, denuncia su total descoordinación con las políticas de Washington y exige llamar urgentemente la atención a sus agentes. Estos factores hirieron de muerte la invasión, puesto que la CIA tenía una visión del plan –excesivamente influenciada por la opinión de los exiliados– que no concordaba con la de la Casa Blanca. 

La agencia aseguraba que el apoyo de los cubanos a Castro era bajo y que no sería difícil provocar un levantamiento interno. La historia demostró que se equivocaba, puesto que en ese momento la popularidad del caudillo estaba en uno de sus momentos más altos. 

“Nos hemos convertido en prisioneros de nuestros propios agentes”, lamentaba Schlesinger

“Nos hemos convertido en prisioneros de nuestros propios agentes”, lamentaba Schlesinger a propósito de la presión de la CIA para que Washington autorizara sus planes, pese a no estar de acuerdo con ellos. Además, aunque elogiaba a sus altos cargos, describía a sus agentes en el campo –precisamente los que estaban en contacto con los organizadores de la invasión– de ser hombres “rudos e incluso perversos”, cuyas acciones provocaron consecuencias diplomáticas al más alto nivel.

La historia de Cuba dio un giro radical en abril de 1961. A Kennedy lo asesinaron dos años después en Texas; a Guevara lo mataron en Bolivia seis años más tarde, en parte gracias al abandono de La Habana. Era solo el comienzo de una era en la cual Fidel Castro limpió su camino de amigos y enemigos, en su pretensión de convertirse en uno de los hombres más poderosos del continente.

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