Los guardabosques se desahogan tras el "infierno" que destruyó 7.100 hectáreas en Pinar del Río
Pinar del Río
Se ha quemado en cinco meses la misma cantidad de bosques que en los últimos cuatro años
La Habana/El “infierno desatado” que ha destruido más de 7.100 hectáreas de bosque en Pinar del Río en lo que va de año ha sido del todo inédito para el cuerpo local de guardabosques, habituado a sofocar incendios forestales pero nunca de esta magnitud. En una desoladora entrevista colectiva concedida a Granma, aseguran que en solo cinco meses se quemó la misma cantidad de vegetación que de 2021 a 2024.
Titulada El bosque en un infierno, en la entrevista toma la palabra primeramente Brandys Fajardo, un guardabosques con más de tres décadas de experiencia que asegura no haber visto “nada igual” antes, puesto que el promedio anual de bosques quemados en la provincia, en los últimos cuatro años, era de 1.512 hectáreas, de las 464.000 que posee Pinar.
En el Ministerio del Interior ya se habla de un incendio que “marcó un punto en la historia” forestal. Para Fajardo, se trata también de un suceso lamentable a nivel personal: varios de esos bosques –en su mayoría de pino Caribaea y eucalyptus– los plantó el cuerpo de guardabosques durante el Período Especial y él participó en la siembra. “Yo la estuve atendiendo [la zona del nacimiento del río Galafre, en las montañas de San Juan y Martínez] desde que se hizo el vivero, así que mi primera reacción fue pedir que me enviaran allá, que yo quería ayudar a apagar aquel frente”, asegura.
En Arenales (municipio de Minas de Matahambre), otro de los grandes fuegos, ardieron 3.240 hectáreas y hubo que sofocarlo con el trabajo continuo de 500 guardabosques. Tuvieron que utilizar cinco buldóceres y lanzar doce vuelos en helicóptero para rociar con agua los focos. El Ministerio del Interior calculó en 100 millones de pesos las pérdidas y se demostró que la provincia no está preparada para fenómenos de ese calibre.
Pinar del Río es una de las provincias con más riqueza natural del país, además de ser la meca del tabaco
Los guardabosques repiten una y otra vez la palabra “triste” en su conversación con Granma. No es para menos. Pinar del Río es una de las provincias con más riqueza natural del país, además de ser la meca del tabaco –un cultivo que no se ha visto dañado por el fuego– y de varios enclaves de turismo ecológico.
Alexander Pereda, jefe de los guardabosques en Vueltabajo –los valles donde se produce el tabaco de mayor calidad en Cuba, en cuyas lomas circundantes se han producido los incendios– afirma que hay varias teorías que explican el aumento del fuego. En primer lugar, dice, la sequía, puesto que “hay zonas en las que hemos tenido más de tres meses sin llover”.
La hojarasca que se acumula en las áreas montañosas, donde abundan las ramas secas y demás material combustible, ha encontrado un complemento mortífero en los vientos de más de 40 kilómetros por hora de las montañas pinareñas. La conjunción de estos factores ha hecho que cada incendio tienda a ser “de grandes proporciones”, es decir, a quemar más de 50 hectáreas.
Sin embargo, el 83% de estos fuegos responde, según Pereda, a causas humanas. Más específicamente, cazadores y pescadores furtivos, o bien leñadores que entran al bosque para sacar madera ilegalmente. Se suma a ello los guajiros o vegueros que queman residuos de cosecha o maleza, y permiten –sin avisar– que el fuego se les salga de control. Se han aplicado 346 multas –la mayoría por daños a la fauna silvestre y la tala ilegal de madera– a los perpetradores, pero no ha servido de mucho.
“No se trata solo de la madera. Hay muchas especies de la flora y de la fauna que también se pierden cada vez que sucede un desastre de estos”, dice por su parte Roilan García, un guardabosques de Guane que pone el acento en la pérdida de sistemas naturales enteros que provoca cada incendio. Otro guardabosques, Yoel Vázquez, aporta otra cifra: la madera y la vegetación es solo el 30% de lo que se pierde en un incendio. El resto se paga con pérdida de la biodiversidad, contaminación del aire y suciedad en el agua.
El Estado también tiene culpa, confiesan los guardabosques. Se debieron construir trochas para enfrentar los incendios y cuando empezaron los fuegos la construcción estaba a solo un 69% del plan. El año pasado, se hizo solo un 64% de lo planificado en el año. El retraso se atribuye a las “limitaciones con la maquinaria y el combustible”, una consigna habitual.
Sin salirse de tono, Pereda lanza una advertencia a las autoridades: “lo que se deja de hacer de manera preventiva implica, después, gastos considerables para poder llegar al lugar del fuego”.