"En los hospitales de Cuba, si no llevas una donación de sangre no te operan"
En 2003 hubo 585.000 donantes voluntarios; veinte años después, ni la mitad, apenas 254.845
Holguín/Sobre los hombros del paciente cubano pesa, no solo, la responsabilidad de conseguir jeringuillas y fármacos antes de una cirugía. Ahora, cada vez con más frecuencia, llevar una donación de sangre es requisito indispensable para someterse a una operación. En Holguín, los que no tienen a alguien que, por amistad o por dinero, les done su sangre se ven obligados a postergar los procesos quirúrgicos.
"Por favor, se necesita con urgencia un donante de sangre AB+ en el hospital provincial de Camagüey. Si alguien pudiera ayudar, gracias", se lee en un grupo de Facebook donde se reúnen residentes en la capital holguinera y donde mismo se vende ropa importada que se denuncia un robo. Estas súplicas alternan con otras publicaciones que advierten que al abnegado donante se le recompensará con un pago que puede ser de entre 5.000 y 7.000 pesos.
Rafael, un voluntario con decenas de donaciones en su historial, ha visto a personas llegar hasta el Banco Provincial de Sangre prácticamente suplicando por una donación, pocas horas antes de que un familiar deba entrar a un salón. Este lunes, la escena se repitió frente a sus ojos cuando decidió ayudar a un joven vecino que el pasado fin de semana se accidentó en su moto.
Ya está siendo costumbre en Holguín que, cuando una persona se va a operar, tiene que entregar una donación de sangre"
"El trato por parte del personal fue amable, de excelencia, con explicaciones y charlas educativas", advierte Rafael, que enseguida añade la otra cara de la moneda. "Pero ya está siendo costumbre en Holguín que, cuando una persona se va a operar, tiene que entregar una donación de sangre. Allí había un caso de un señor que debía operarse mañana. Y si no llevaba a un donante, no lo operaban".
Aunque oficialmente no está estipulado que el paciente deba ocuparse de gestionar la donación, lo cierto es que por todo el país se ha extendido la práctica de endilgarle al interesado esa responsabilidad. La obligación de contar con un documento que certifique la donación ha espoleado el mercado informal de donaciones en detrimento del gesto altruista. "Hay gente que no tiene a nadie que le dé la sangre pero tampoco tiene el dinero para pagarla", sentencia Rafael.
Durante años, el sistema nacional de bancos de sangre logró altos niveles de autoabastecimiento gracias a una combinación de educación sanitaria, presión social por parte de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), así como de centros laborales y estudiantiles. Pero esa estabilidad comenzó a deteriorarse tras el Período Especial y se ha agravado todavía más durante la última década.
Un reciente artículo en el medio español afín al régimen cubano Rebelión abordaba el tema con una buena dosis de arenga. Su autor repasaba la estrepitosa caída en el volumen de donaciones voluntarias, comparando las 585.000 que se registraron en 2003, y que descendieron a 415.000 en 2014. Pero según los datos de 2023, la situación era peor, alcanzando solo 254.845 donaciones. El índice con que la Organización Panamericana de la Salud mide la eficiencia en ese sector es de una donación por cada 20 habitantes, de modo que Cuba (con 0,44) no llega ni a la mitad del objetivo. El artículo instaba a "menos apologética" y "más tocar puertas", "incluso para garantizar algo tan elemental como un buen refrigerio posterior a quienes donan".
Tampoco ayudan mucho las condiciones de los Bancos de Sangre golpeados por la crisis. Hace unos años, eran legendarias las "meriendas fuertes" que daban en estos lugares tras la extracción, para ayudar a reanimar al donante. De aquellos legendarios sándwiches con jamón y queso, acompañado a veces de batido u otras de leche saborizada, poco queda.
Este lunes, después de ver llenar una bolsa de unos 450 mililitros de sangre, a Rafael le entregaron una ración pequeña y de mala calidad de alimentos. "Dieron un pan un poco extraño, con una especie de butifarra cruda, un vaso de refresco aguado y un vasito de leche con una galleta semidura", detalla. Cuando salió del lugar, todavía algo débil por el esfuerzo, el hombre que buscaba desesperadamente una donación seguía allí, a la espera de poder encontrar a alguien que lo ayudara.
Durante el tiempo que Rafael pasó en el Banco de Sangre "llegaron pocas personas". La mayoría era "gente que iba a donar a pacientes directos". Algunos, evidentemente, lo hacían como un negocio pues apenas conocían el nombre del paciente que debía reflejar la boleta de donación. En Cuba, las necesidades de sangre ya no se solucionan con arengas.