En Matanzas, la competencia es dura entre carretilleros con licencia y vendedores ilegales
Comercio
"Yo no puedo competir con sus precios porque pago impuestos", se queja un vendedor ambulante en Peñas Altas
Matanzas/Efectivos de la Policía e inspectores estatales desalojaron e impusieron multas de 5.000 pesos a varios vendedores ambulantes de productos agrícolas que operaban sin licencia en las cercanías del edificio conocido como 13 Plantas de las Panaderías, en la barriada de Peñas Altas, Matanzas. El operativo, ocurrido la mañana del pasado jueves y que incluyó la confiscación de mercancías, ha encendido la polémica en la comunidad sobre la escasez de alimentos, los precios y la desigual competencia entre el comercio informal y los vendedores autorizados.
“Lejos de molestarme, me conviene que existan estos vendedores, porque muchos ofrecen precios más asequibles que los carretilleros. Y si vas tarde, cuando les queda poco, hacen ofertas a precios irrisorios; una vez uno me regaló media jaba de mangos”, relata Minerva, vecina de la zona, mientras señala el punto exacto donde se instalaron los improvisados puestos. Para ella, la presencia de estos vendedores no es un problema de orden público, sino una válvula de escape frente a la falta de opciones en las placitas estatales.
"Y si vas tarde, cuando les queda poco, hacen ofertas"
No todos comparten su entusiasmo. El Chino, un vendedor ambulante con licencia, asegura que la competencia desleal le complica el día a día. “Yo tengo impuestos que pagar y lucho contra la merma de los productos, que en verano es peor por el calor. No me molesta que la gente luche su dinero, pero cuando todo lo que venden es ganancia para ellos, yo no puedo competir con sus precios. Mis manos de plátano burro rondan los 180 pesos, pero las de ellos, a veces más grandes, las venden en 160 o menos. Así, tengo que esperar a que vendan primero ellos para luego comenzar yo, o buscar un nuevo lugar para poner mi carro. Cada cual lucha a su manera, pero esos vendedores sin licencia me ponen el juego difícil”.
La zona de Peñas Altas, ubicada en un punto estratégico cerca de los paraderos de transporte hacia Limonar y otros municipios, se ha convertido en un corredor natural para la venta informal. Desde frutas y viandas hasta queso, yogur o carnes ahumadas, los vendedores improvisados suelen llegar desde zonas rurales donde el trabajo agrícola es la principal –y a veces única– fuente de ingresos. La falta de oportunidades y el bajo rendimiento de los mercados estatales empuja a muchos a arriesgarse, pese al peligro de perder la mercancía o recibir multas considerables.
"La única placita abastecida en Cuba fue la de Ciego de Ávila que salió en el noticiero por el 26 de Julio”
“Puedes ir a las dos placitas cercanas sobre el medio día y ya están cerradas”, comenta un grupo de vecinos que presenció el operativo. Otro ironiza: “Aunque es verdad que los precios ahí son menores, casi nunca están abastecidas. La única placita abastecida en Cuba fue la de Ciego de Ávila que salió en el noticiero por el 26 de Julio”. Un tercero añade, entre las risas y los gestos de indignación del resto: “Es verdad que esas personas estaban vendiendo sin licencia, pero a cuántos no ayudan cuando Acopio y el Estado no hacen nada por los ciudadanos. Ellos creen que con las ferias de los domingos se limpian el pecho. Por eso le gritamos de todo a la Policía y a esas dos inspectoras ladronas que vinieron a desalojarlos”.
El operativo de este jueves no es un hecho aislado. Desde hace meses, las autoridades han intensificado los controles sobre la venta ambulante sin licencia, alegando la necesidad de “garantizar el orden y combatir el acaparamiento”. Sin embargo, para muchos residentes, esta política no resuelve el problema de fondo: la falta de una oferta estable y variada en los canales oficiales.
Los mercados estatales funcionan de manera intermitente, con estantes vacíos y horarios reducidos
En Matanzas, como en el resto del país, conseguir productos agrícolas a precios razonables es un desafío diario. Los mercados estatales funcionan de manera intermitente, con estantes vacíos y horarios reducidos. Los precios en los puntos de venta autorizados suelen superar lo que una familia promedio puede pagar, sobre todo tras la inflación que siguió a la Tarea Ordenamiento. En ese contexto, el comercio informal ha ganado un lugar en la economía de barrio, ofreciendo una combinación de precios más bajos y disponibilidad inmediata que atrae a clientes fieles.
Las tensiones entre las autoridades y los vendedores informales se reflejan también en el clima social. Mientras unos ven en estas redadas una forma de mantener el control sobre el comercio, otros las interpretan como un castigo a quienes buscan sobrevivir en medio de la crisis. “La falta de alimentación es, junto a la poca disponibilidad de agua y electricidad, una de las principales fuentes de críticas en el país”, señala otro vecino. “Es posible que un grupo de individuos pueda abaratar los costos de los productos agrícolas, incluso bajo el riesgo de severas multas, mientras las entidades estatales destinadas a suplir esas necesidades brillan por su ausencia”.