En el materno de Matanzas: abanicos de papel y partos con insumos propios

Matanzas

La caída de la natalidad y el desabastecimiento dibujan un panorama preocupante para las embarazadas de la provincia

El calor no saca de las preocupaciones a las mujeres, que temen que llegue el parto y les falte algo en el hospital.
El calor no saca de las preocupaciones a las mujeres, que temen que llegue el parto y les falte algo en el hospital. / 14ymedio
Julio César Contreras

05 de agosto 2025 - 08:58

Matanzas/"De completo amarillo", así quiere Yamila que salga vestido su bebé del Hospital Docente Ginecobstétrico Provincial José Ramón López Trabane, en Matanzas. Aún queda bastante tiempo para ese día, pero la joven, de 22 años, no tiene un minuto que perder y, mientras espera su turno, repasa los problemas que debe sortear en el principal hospital materno de la ciudad por la falta de recursos humanos y materiales.

A pesar del prestigio que, en el pasado, acumuló el también conocido como Maternidad de Matanzas, ahora la situación que se vive en sus consultas, salones y pasillos es muy distinta. Las embarazadas que llegan en busca de atención saben que, de no contar con una recomendación personal o con algún regalo para el médico, les queda resignarse a pedir el último turno y sentarse en una silla plástica que apenas alivia el cansancio.

En la sala de espera, esa mañana de lunes, el aire era espeso y las hojas de las historias clínicas se convertían en abanicos improvisados

En la sala de espera, esa mañana de lunes, el aire era espeso y las hojas de las historias clínicas se convertían en abanicos improvisados. Entre las mujeres que sudaban estaba Yamila, con 15 semanas de embarazo. "En Ceiba Mocha, donde vivo, el consultorio del médico de la familia está cerrado desde hace dos años", contó a 14ymedio. "Soy primeriza, vengo del campo y no conozco a ningún obstetra que me atienda".

Mientras espera, su lista mental de pendientes crece: ya empezó a comprar jeringuillas, hilos de sutura, gasas y algunos regalitos para el personal médico. "Una amiga parió el mes pasado y tuvo que traer hasta los guantes para el parto. Aquí no hay de nada", dice mientras observa a una mujer que cruza el pasillo cargando un cubo y un calentador de agua casero. "Ojalá no necesite una cesárea. Tengo miedo", confiesa.

La preparación del bolso para el parto, una larga tradición entre las mujeres cubanas, se ha ido haciendo cada año más compleja. Si antes se incluían pañales, la ropa con la que el bebé dejaría el hospital, mantas y algodón, ahora hay que sumarle dinero en efectivo y una amplia gama de objetos que incluyen desde una almohada a la comida. Ventiladores, cubiertos, una palangana para bañarse,... el avituallamiento "parece una mudada", subraya la joven.

Yamila no está sola en el pasillo, casi a oscuras, donde espera por una consulta. A pocos pasos, Yanelis y su pareja llevan dos horas esperando frente a la puerta. Sospechan un embarazo no deseado y quieren saber si aún hay tiempo de interrumpirlo. "Mi prima hacía ultrasonidos, pero se fue a trabajar de mesera porque el salario de Salud Pública es muy malo", lamenta. En ese lapso de espera han visto cucarachas trepar por las paredes manchadas, camilleros fumando en las ventanas y médicos que dejan pasar antes a quienes llegan cargados de jabas. "Cuando esa puerta se abra, vamos a entrar. A ver quién lo impide", dice ella, decidida.

El deterioro no es solo material. Leticia, con un embarazo de riesgo por su diabetes, advierte: "Desde esta mañana tuve un sangrado. Se lo dije a una doctora esperando que me atendiera rápido y aquí sigo sentada". Aguanta las ganas de ir al baño porque el único servicio sanitario "no descarga". Para ella, que vive su segundo embarazo, "todo depende de lo que puedas dar, si tienes recursos te atienden más rápido". Su hermano, desde el extranjero, ya le prometió enviar dinero mensual para agilizar la revisiones médicas.

Su hermano, desde el extranjero, ya le prometió enviar dinero mensual para agilizar la revisiones médicas

Esta crisis sanitaria ocurre en una provincia donde cada vez nacen menos niños. En las últimas décadas, Matanzas pasó de registrar casi 8.000 nacimientos al año a poco más de 4.000 en 2024 y es la quinta provincia con la peor tasa de nacimientos (6,6 por cada 1.000 mujeres). Los expertos señalan entre las principales causas la migración, sobre todo de mujeres jóvenes, y una economía que desalienta la maternidad: falta de vivienda, precios altos de productos básicos y salarios que apenas alcanzan. Según la Oficina Nacional de Estadísticas (ONEI), la natalidad en Cuba es desde 1978 inferior a dos hijos por mujer, insuficiente para mantener el tamaño de la población en un país que, además, no recibe migrantes que ayuden a paliar la situación.

La migración selectiva, que vacía los rangos de edad entre los 20 y 35 años, agudiza el desequilibrio: menos nacimientos y más adultos mayores. Aun cuando programas como el de Atención Materno Infantil (PAMI) promueven campañas de salud y apoyo a parejas con dificultades para concebir, las salas del hospital materno muestran el otro rostro de la crisis: embarazadas sin atención prioritaria, partos que exigen insumos traídos de casa y profesionales desbordados o desmotivados.

En medio del calor, las futuras madres esperan su turno mientras las hojas de papel siguen batiéndose como abanicos. Entre el miedo y la resignación, todas saben que aquí dar a luz no es solo traer una vida al mundo, es también sobrevivir a un sistema sanitario cada vez más deteriorado.

También te puede interesar

Lo último

stats