"Mi niña me dice ‘Mamá, ven’", narra la madre cubana deportada desde EE UU

Deportaciones

La versión del Departamento de Seguridad Nacional dista mucho de lo que relatan Heidy Sánchez y su abogada

En una entrevista concedida a EFE, la cubana relata detalles de su deportación.
En una entrevista concedida a EFE, la cubana relata detalles de su deportación. / EFE
14ymedio

07 de mayo 2025 - 18:28

La Habana/La historia de Heidy Sánchez —la madre cubana deportada recientemente desde Florida a La Habana sin su hija de 17 meses—, ha desatado una oleada de críticas y conmoción en círculos legales y entre defensores de los derechos de los inmigrantes. Ahora, en una entrevista concedida a EFE, la cubana de 44 años relata detalles de su deportación. 

Sánchez cuenta que la llevaron esposada a una celda, donde le dijo a un agente: “¿Qué necesidad tienes de esposarme? Si ya me estás quitando mi vida, ya me estás matando, me estás separando de lo que más yo quiero en el mundo”. La niña, ciudadana estadounidense —al igual que su padre—, quedó bajo el cuidado de este mientras su madre fue trasladada a varios centros de detención y finalmente enviada de vuelta a Cuba, sin que se le permitiera llevar a la menor consigo ni despedirse de ella. 

Sánchez no tiene antecedentes penales, y fue tratada como si fuera una criminal peligrosa”

Su abogada, Claudia Cañizares, denuncia que el procedimiento estuvo plagado de irregularidades: “Sánchez no tiene antecedentes penales, y fue tratada como si fuera una criminal peligrosa”. Según su alegato, la madre jamás recibió la opción legal de ser deportada junto con su hija, como estipulan los protocolos migratorios en situaciones familiares.  

El caso ha provocado también una respuesta del Departamento de Seguridad Nacional. Su portavoz, Tricia McLaughlin, negó cualquier error y sostuvo que fue la propia Sánchez quien solicitó regresar a Cuba “sin su hija”, dejándola en manos “de un pariente”. La portavoz añadió: “Nos tomamos en serio la responsabilidad de proteger a los niños y seguiremos trabajando con las autoridades para asegurarnos de que los menores estén seguros y protegidos”. 

Pero la versión oficial dista mucho de lo que Sánchez recuerda. La cubana llegó a EE UU en 2019 cruzando por Laredo, Texas, y fue admitida bajo supervisión, con la obligación de reportarse periódicamente ante las oficinas de ICE (Servicio de Control de Inmigración y Aduanas). Inicialmente debía hacerlo una vez al año, pero con el cambio de Administración las citas pasaron a ser mensuales. 

Yo no tuve opción. No me dijeron nada, solo que la decisión ya estaba tomada”

“Yo estaba cumpliendo con todo. Pero en abril decidí adelantar la cita porque sentía que algo no iba bien”. Cuando llegó a la oficina de ICE, le dijeron: “No importa lo que hagas, la decisión ya está tomada. Te vas”. Sánchez relata que el agente de ICE en Tampa se limitó a decirle que llamara a su esposo para que recogiera a la niña. “Yo no tuve opción. No me dijeron nada, solo que la decisión ya estaba tomada”, contó. 

En medio del desconcierto y el miedo, apenas logró hacer una breve llamada al padre de la menor. “¿Te dieron a la niña?”, fue la primera pregunta que él le hizo al atender, preocupado por el destino de la pequeña, quien además sufre episodios epilépticos. 

Pasó entonces 48 horas siendo trasladada de un centro de detención a otro, sin acceso a su hija ni a una defensa adecuada, hasta abordar el avión que la devolvió a Cuba. “Me dejaron cambiarme de ropa solo para ponerme el uniforme gris del centro. No soy criminal, pero así me trataron”. 

Durante esos días oscuros, Sánchez encontró un momento de consuelo junto a otras dos madres —una cubana y una hondureña— que también serían deportadas. “Nos abrazamos como si fuéramos hermanas. Ninguna entendía por qué nos separaban de nuestros hijos. Lo único que hicimos fue buscar una vida mejor para ellos”, recordó con la voz quebrada. 

La conectividad deficiente y los apagones complican las llamadas

Desde Cuba, la mujer intenta comunicarse diariamente con su familia en Tampa, aunque la conectividad deficiente y los apagones complican las llamadas. “Cada vez que logro hablar, mi niña se me queda mirando por la pantalla y me dice: ‘Mamá, ven’. Eso me destroza”. 

El caso de Sánchez ha reavivado el debate sobre las políticas migratorias en Estados Unidos, especialmente aquellas que afectan a familias mixtas, con padres migrantes y niños ciudadanos. “No es cuestión de política. Yo sé que ellos están haciendo su trabajo. Pero, ¿y los sentimientos? Mi niña me necesita, y yo también la necesito a ella. Es lo que no quieren ver ni entender”, expresó. 

La abogada Claudia Cañizares, junto con la familia de Sánchez, ha iniciado una campaña para reunir firmas, atraer atención pública y explorar todas las vías legales posibles para lograr la reunificación familiar. “Este caso demuestra que la retórica sobre seguridad no puede seguir sirviendo como justificación para prácticas inhumanas. No es un caso aislado, pero sí es una tragedia”, concluyó la abogada. 

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