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"Esto no es para todos los bolsillos pero al menos venden en pesos cubanos"

Comercio

A la orilla de la carretera, en La Habana, kioscos privados venden ajo de California, sandías mexicanas, carbón de Turquía y mucho más

El mercado atrae las miradas no solo por sus banderolas, de colores intensos, sino también por la calidad de su mercancía. / 14ymedio
Natalia López Moya/José Lassa

19 de mayo 2025 - 16:20

La Habana/"Look", "Open" y "Welcome" se lee en las tres telas que ondean al viento a la entrada del punto de venta de la carretera central próximo a la calle 114 en La Habana. El local atrae las miradas no solo por sus banderolas, de colores intensos, sino también por una mercancía entre la que se mezclan las manzanas de Washington, los mameyes de Artemisa y el ajo de California.

Como un reflejo del comercio cubano, a caballo entre las deprimidas producciones nacionales y el creciente influjo de las mercancías importadas, los kioscos que se levantan a la orilla de la vía tiene lo mismo sacos de carbón llegados desde la distante Turquía que guanábanas de las que solo se cultivan ya en los patios de los guajiros cubanos. Detectar qué llega desde fuera y qué proviene de los campos nacionales es relativamente fácil para los clientes.

"Look", "Open" y "Welcome" se lee en las tres telas que ondean al viento a la entrada del punto de venta de la carretera central próximo a la calle 114 en La Habana. / 14ymedio

El tamaño de la fruta, la calidad de la presentación y el precio son las primeras señales de su origen. "Las uvas son pura almíbar y no tienen semilla", aclara una diligente vendedora que señala los racimos, a 1.500 pesos la libra, que descansan sobre el cartón de las cajas en las que arribaron a la Isla. Hay para elegir, desde las verdes, pasando por las moradas hasta las que parecen casi negras. Hace solo unos días, probablemente eran recogidas por algún migrante en la región californiana del Valle Central, pero este fin de semana ya estaban en La Habana.

Los compradores apenas logran adaptarse a la velocidad con que los alimentos importados llegan a Cuba, a través del entramado de importación de las mipymes o en las maletas de las mulas, que se benefician de las exenciones de aranceles para productos básicos. Poco a poco, las sandías mexicanas empujan fuera de los estantes a sus parientes cubanos, las cebollas que llegan desde Panamá se apropian del lugar que dejaron vacantes las locales y el limón de Florida reina en un país donde el cultivo de cítricos suena a cosa del pasado.

Los clientes no dejan de asombrarse antes las bolsas de ajo, impecablemente limpios, que cuelgan del techo del punto de venta. / 14ymedio

Acostumbrados a que los productos agrícolas se vendan muchas veces sucios, todavía con la tierra del surco donde se cultivaron, los clientes no dejan de asombrarse antes las bolsas de ajo, impecablemente limpios, que cuelgan del techo del punto de venta. No solo atrae la pulcritud sino también el tamaño de cada diente con lo que puede elaborarse una receta de esas que necesita cinco o seis de los ajos locales para alcanzar algo de sabor. Algunos curiosos solo paran para mirar, para llenarse los ojos con tantos volúmenes y cáscaras impecables. 

No es solo la profusión de alimentos foráneos lo que encandila a los consumidores, ya algo acostumbrados a que las tiendas en divisas estén repletos de ellos. Lo inusual es que un mercado agrícola, un punto de venta privado al lado de la carretera, sin climatización ni gerente con guayabera, tenga un catálogo tan variado de mercancías importadas. La conversión del puesto de frutas y viandas locales en vitrina de la globalización es lo que sacude a todos los que se acercan.

Un cartel advierte de que hay cámaras de vigilancia que protegen el lugar las 24 horas. / 14ymedio

"Antes tenía que ir al supermercado de 3ra y 70 si quería comprar huevos o manzanas, pero ahora ya los tengo aquí mismo, en el barrio", cuenta a este diario un cliente, residente en las cercanías de la Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría (Cujae) que se ha convertido en un habitual de las policromadas tarimas. "Eso sí, esto no es para todos los bolsillos pero al menos venden en moneda nacional", añade. 

Un envase de 1,7 kilogramos de chocolates de la marca estadounidense M&M's alcanza los 15.000 pesos, tres veces el salario de un maestro y unos 40 dólares al cambio informal. El saco de 12 kilogramos de carbón turco supera los 3.000 pesos en una ciudad donde cada día más familias optan por usar ese combustible para poder cocinar sus alimentos, debido a los problemas con el suministro eléctrico y los vaivenes en la venta de gas licuado. Los atractivos paquetes de cabezas de ajo cuestan 4.000 y para llevarse una manzana hacen falta 300.

Lo inusual es que un mercado agrícola, un punto de venta privado al lado de la carretera, sin climatización ni gerente con guayabera, tenga un catálogo tan variado de mercancías importadas. / 14ymedio

Un cartel advierte de que hay cámaras de vigilancia que protegen el lugar las 24 horas de los siete días de la semana, otra peculiaridad de este mercado, a medio camino entre el puesto de viandas de toda la vida y los sofisticados locales con guardias de seguridad. La zona destinada a los cárnicos también depara sorpresas. Pechugas de pavo congeladas de la marca norteamericana Turkey Valley Farms comparten espacio con embutidos y vísceras de pollo, también llegadas desde EE UU.

Otra zona muy variada es la destinada a las golosinas donde la compañía americana Hershey's, que una vez tuvo presencia en la industria azucarera cubana, alterna sus productos con los de la italiana Ferrero Rocher. A pocos centímetros, la oferta se amplía con yogur, mantequilla, mayonesa, panetones, whisky y zumo concentrado de limón. Pero en ningún envase o etiqueta se leen esas cuatro letras que conforman el nombre de Cuba.

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