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La pizzería estatal Buona Sera, más de tres décadas sirviendo una comida infame

Hace tres años fue sancionada por ofrecer a los clientes pizzas de 220 gramos en lugar de 340

Pizzería Buona Sera, situada en la esquina de I y 23, en El Vedado de La Habana. / 14ymedio
Juan Diego Rodríguez

19 de septiembre 2024 - 22:29

La Habana/Los empleados de la pizzería Buona Sera, situada en la avenida 23, en El Vedado habanero, atendían a los clientes con su habitual desgana esta semana. El establecimiento estatal no se encuentra clausurado, a pesar de que su foto salió a todo color el pasado domingo para ilustrar una nota en la prensa oficial sobre el cierre de varios negocios por violar la obligación de aceptar pagos electrónicos.

Aunque el artículo se refería tanto a comercios estatales como a privados, el primer párrafo, justo debajo de la imagen del Buona Sera, llamaba a error. “Un negocio privado en La Habana publicó en sus redes sociales, hace aproximadamente un mes, sobre el inicio de una nueva modalidad para quienes realizaran el pago de los servicios por las vías electrónicas: el recargo de un 10% al monto final”, decía el texto, publicado por Cubadebate.

En las páginas oficiales se multiplican las informaciones sobre “acciones de control” estos días y no es en vano. Este miércoles, 18 de septiembre, entraron en vigor las 19 resoluciones publicadas en la gruesa Gaceta Oficial del 19 de agosto que refuerzan el control fiscal sobre los empresarios, un objetivo apenas adornado con los eufemismos de rigor: “corregir distorsiones y reimpulsar la economía”.

Así, en esa nota del domingo referían que entre el 2 y el 6 de septiembre los inspectores visitaron nada menos que 1.767 establecimientos, la mayoría privados (1.072) pero también estatales (695), en los que se detectaron más de medio millar de infracciones. Las sanciones consecuentes fueron 58 cierres de comercios, 17 retiros de licencias y 384 multas con un valor total de más de un millón de pesos.

"No está cerrado", respondían a los curiosos con cara susceptible

Si la pizzería Buona Sera estaba entre ellos, el único indicio era, quizá, cierta hostilidad de los empleados al preguntarles. “No está cerrado”, respondían a los curiosos con cara susceptible. 

En cualquier caso, tampoco habría sido extraño que el restaurante estuviera en la lista de castigados. La mala fama del lugar se pierde en el tiempo. “Yo trabajé unos días en Buona Sera en 1992, como parte de un trabajo ‘voluntario’, de estudiante”, cuenta Mayra. “Nunca más pude volver a comer nada ahí después de aquello”.

La mujer, vecina de Centro Habana, hace recuento: “La salsa de tomate, picada, la dejaban afuera con los calores todo el día, el queso expuesto a las moscas, la mugre y la grasa hasta en el techo… Un lugar asqueroso”.

Tampoco sería la primera vez que reprenden al Buona Sera. Hace justo tres años, Tribuna de La Habana se hacía eco de las “violaciones”, “ilegalidades” e “indisciplinas” encontradas en el local. Entre ellas, el peso de las pizzas que servían, que debía ser de 340 gramos mientras que en realidad no pasaban de 220 gramos, y el de la ración de camarón grillé, “que de 174 gramos como norma, se estaba sirviendo 110 y 115 gramos”.

Los espaguetis son un bloque seco colocado en un baño de salsa roja insípida, que en nada mejora con el queso salado y cuatro tiras de jamón baboso. / 14ymedio

Lejos de mejorar, la calidad sigue dejando mucho que desear, tal como atestiguó una reportera de 14ymedio. El jugo de piña es una lata oxidada de la marca Taoro, de la que sale un líquido azucarado de dudoso color pardo. Los espaguetis, por su parte, son un bloque seco colocado en un baño de salsa roja insípida, que en nada mejora con el queso salado y cuatro tiras de jamón baboso. Ambas cosas, por más de mil pesos, un monto que no puede gastar cualquiera.

No es posible echar sal: está hecha piedras y sucia. Mientras tanto, los vecinos del edificio, una construcción de diez pisos considerada de las mejores del barrio antes de la Revolución, lanzan desperdicios que caen encima de clientes y dependientes del Buona Sera. “¡Cómo tiran cosas los cochinos estos de aquí arriba!”, clamaba una empleada, mientras también le caían las gotas de los aparatos de aire acondicionado.

En cuanto a los pagos electrónicos, sí están disponibles, como indican los códigos QR en sus ventanales. El dictamen es severo: si no está sancionado por eso, debería estarlo por otras muchas razones.

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