El Técnico de Matanzas es como Villa Marista y de ahí nadie se puede escapar
Testimonio
El autor estuvo preso en las celdas donde fue detenido Félix Reinoso antes de aparecer muerto
La Habana/Fui preso en la Dirección Técnica de Investigación (DTI) de Versalles, en Matanzas, y les puedo asegurar que no se trata de una simple estación de Policía, sino de una copia de Villa Marista, la sede de la Seguridad del Estado en La Habana. En ese mismo lugar están alojadas la DTI y también la Dirección Nacional Antidrogas, DNA. Por eso no me creo nada sobre la supuesta fuga y el suicidio de Félix Lázaro Reinoso Rodríguez, el joven de 32 años que apareció muerto en Matanzas días atrás.
Meses antes de la detención de Félix, estuve en ese mismo lugar y sé de memoria la geografía de la sede de la Seguridad del Estado en la ciudad. Conocí también a Arístides, un mayor con varias décadas de trabajo al que, en un “descuido”, se le escapó supuestamente el muchacho para tirarse al mar con una piedra amarrada al cuerpo.
La primera vez que oí hablar del suceso pensé en lo absurdo de que unas tropas de élite dejaran escapar a uno de sus detenidos. Con la aparición del cuerpo, magullado y con moretones, se hacía aún menos creíble la versión del suicidio aportada a la familia por las autoridades.
Conociendo el lugar, habiendo habitado sus calabozos por más de 20 días, el escape de Félix me suena a mentira o a hazaña insuperable
¿Qué tan probable es que alguien burle la seguridad en una instalación de la policía política cubana? Conociendo el lugar, habiendo habitado sus calabozos por más de 20 días, el escape de Félix me suena a mentira o a hazaña insuperable.
Ubicado en el barrio de Versalles, al Técnico también se le conoce como “la finca de Félix” –qué triste casualidad que fuera también el nombre de su víctima más reciente–, el nombre del jefe del lugar que hace y deshace a sus anchas. Dentro del edificio, todo está dispuesto para que sea imposible escapar. Incluso, las escasas 17 celdas con las que cuenta, tapiadas para restar visibilidad, están distribuidas de manera que a los detenidos les sea difícil hacer un mapa mental del lugar.
A ello se suman una garita con vigilancia las 24 horas, una puerta de hierro macizo y decenas de boinas negras y agentes
Cada esquina y cada pasillo cuentan con rejas que, si pudieran ser evadidas, son solo la antesala del muro de tres metros que rodea el edificio. A ello se suman una garita con vigilancia las 24 horas, una puerta de hierro macizo y decenas de boinas negras y agentes que conforman el plantel de la unidad.
La ubicación geográfica también favorece la seguridad. Desde el barrio de Versalles, un fugado tiene solo tres puntos de acceso al centro de la ciudad a través de sendos puentes, estando el más cercano a más de un kilómetro de la estación de investigaciones.
Los presos nunca están solos en una celda ni mezclados con personas con las que tengan alguna relación
Con los detenidos también se toman medidas: No se les permite, por ejemplo, conservar los cordones de sus zapatos ni los cinturones ni otros accesorios que puedan usarse para un suicidio o para escapar. También escasea la comida que, sumado a la falta de ventanas y luz natural, hacen que fallen los sentidos y sea difícil distinguir si es de día o de noche.
Los presos nunca están solos en una celda ni mezclados con personas con las que tengan alguna relación. Al contrario, ponen a presos que actúan como agentes para vigilarlos, escuchar las conversaciones y crear situaciones de tensión con el objetivo de quebrar a los investigados. Eso hace que ese lugar sea un verdadero infierno.
Los que han estado en el Técnico de Versailles saben que es un Alcatraz caribeño y que nadie puede escaparse de ahí.