Venezuela exporta en secreto las sardinas que llegan a los cubanos por la canasta racionada
Venezuela
Caracas ha prohibido por ley vender el alimento en el mercado internacional, pero envió a la Isla 1.409 toneladas entre 2021 y 2024
La Habana/Ningún cubano que haya recibido por la canasta básica las diminutas latas de sardina de Venezuela pensaría que detrás del alimento, escaso y de sabor potente, hay todo un sórdido entramado del Gobierno de Nicolás Maduro que pone en peligro a la especie y mantiene en la hambruna a los pescadores. Venezuela se quita la sardina de la boca para dársela sobre todo a Cuba, titula este domingo un artículo de un medio independiente que, con cifras en mano, demuestra que ambos países comparten, además de regímenes corruptos, el hambre.
Más allá de la veda sobre la pesca de la sardina que se extiende de diciembre a marzo, Venezuela ha prohibido por ley su exportación. No obstante, como señala Armando.info, el propio Ministerio de Pesca y Acuicultura ha transgredido la norma y exportado miles de toneladas del pescado al mercado internacional desde al menos 2021.
Entre ese año y agosto de 2024, el 73% de esas exportaciones –unas 1.409 toneladas– fueron a parar a Cuba. Los cargamentos siempre fueron del producto enlatado y eran comercializados por el propio Ministerio del Poder Popular de Pesca y Acuicultura en su mayoría.
Sorprende también que Estados Unidos sea el segundo comprador de sardina de Venezuela, aunque con un tonelaje tres veces inferior a las entregas a Cuba.
Tan críptica como La Habana, Caracas mantiene desactualizados muchos de sus registros de exportaciones
Tan críptica como La Habana, Caracas mantiene desactualizados muchos de sus registros de exportaciones y en su lista de 24 especies marinas del Catálogo de Oferta Exportable 2024 y 2025 no figura la sardina. En papeles, todo parece funcionar según la ley, pero las estadísticas de otras fuentes como Comtrade de las Naciones Unidas, entre otras consultadas por Armando.info, “certifican de manera inequívoca que Venezuela sí está vendiendo sardinas a otros países”, denuncia el medio.
La plataforma explica que tanto la veda como la prohibición de exportación de sardina se impusieron en 2017 debido a la rápida disminución de la especie en aguas del Caribe desde 2005. Además de sus usos como carnada para la captura de otras especies o la elaboración de ciertos alimentos, la sardina representa “la más importante fuente de proteína animal a bajo costo para los venezolanos”. Por ello, aduce, su preservación no era solo un capricho.
Armando.info ofrece cifras para demostrarlo: según los últimos datos oficiales disponibles, en la primera mitad de 2023 Venezuela capturó 29.000 toneladas de sardina, 15% más que un año antes, pero en comparación con las 200.000 obtenidas en 2005 –cuando comenzó la llamada crisis sardinera– el número es ínfimo.
Las toneladas exportadas entre 2021 y 2024, valoradas en más de un millón de dólares, fueron 1.932, poco en comparación con la cantidad dedicada al consumo interno. No obstante, alerta Armando.info, hubieran podido dedicarse a la producción de enlatados para un programa de alimentos subsidiados.
El Gobierno de Maduro, fiel aprendiz de La Habana, ha encubierto las exportaciones a la vez que promociona iniciativas para lograr la soberanía alimentaria y proteger la población de sardinas. El pasado abril, cita el medio, la vicepresidenta Delcy Rodríguez anunció, junto al ministro de Pesca y Acuicultura la operación “Venezuela Come Más Pescado” para estimular el “consumo exclusivo nacional” de sardina.
"Detrás de la retórica, el consumo no era ‘exclusivo nacional’: contra la propia normativa oficial, se estaban realizando exportaciones"
“Sin embargo, detrás de la retórica, el consumo no era ‘exclusivo nacional’: contra la propia normativa oficial, se estaban realizando exportaciones”, denuncia Armando.info.
La plataforma también reseña la opinión de Juan José Cárdenas, un oceanógrafo y experto en pesca que cree que es “inaceptable que desde un país con altos niveles de desnutrición y crisis alimentaria se esté exportando la principal proteína animal y la de precio más accesible para los venezolanos”.
Según registros de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) de 2024, el 24% de las mujeres venezolanas entre 15 y 49 años sufre anemia, y el número ha subido desde 2021, cuando empezó la exportación de sardina. En Cuba el número es similar, del 20%.
Las sardinas venezolanas que llegan a Cuba se venden, fundamentalmente, a través del mercado racionado en módulos que incluye, en ocasiones, pastas o arroz donados por otros países. También es frecuente encontrar las latas de etiqueta, amarillas rojas o verdes, de las marcas El Faro y Maripiar, en los anaqueles de las tiendas en moneda libremente convertible (MLC). En salsa de tomate o con aceite vegetal el producto, sin embargo, no es barato cuando se comercializa en divisas, a un precio que supera los dos dólares la unidad.
No se trata de desvestir un santo para vestir otro, como reza el refrán, pues las esporádicas conservas que se reparten en Cuba y su exiguo contenido tampoco resuelven la falta de proteína en una isla a la que, por definición, debería sobrarle el pescado.