Sherritt señala en su informe anual los riesgos de operar en Cuba
- La empresa canadiense pierde dinero, según el experto William Pitt, y teme una intervención de los militares de Gaesa en la gestión minera
- Apagones, escasez de combustible, desastres naturales y pérdida de trabajadores afectan los resultados financieros
La Habana/La empresa canadiense Sherritt International acaba de subsanar una omisión de las autoridades cubanas, que publicaron en febrero un balance de las actividades mineras del país sin dar a conocer los datos de producción en 2024. Ahora, gracias al informe anual de la multinacional, sabemos que la extracción de níquel y cobalto fue, respectivamente, de 30.331 y 2.206 toneladas.
Aunque las cifras de 2024 fueron, sobre el papel, mejores que las del año anterior –28.672 toneladas de níquel y 2.876 de cobalto–, la empresa no tiene nada que celebrar. Lo explica a 14ymedio el empresario William Pitt, que conoce bien los entresijos del gigante minero, al cual critica, junto a su socio cubano por no presentar sus datos “de una forma adecuada y precisa”.
Para comprender por qué Sherritt tuvo un pésimo año, asegura Pitt, hay que tener en cuenta que el volumen de metal extraído en Cuba no es necesariamente procesado en su totalidad en las plantas de la empresa en Canadá ni vendido, ya que se debe tomar en cuenta “el descenso de la demanda mundial". Además, la rentabilidad se ha visto afectada por " el costo de los cortes eléctricos, de los ciclones, bajas laborales y muchas otras razones”.
A pesar de que las cantidades extraídas en 2024 fueron mayores, a Sherritt le entraron 109,9 millones de dólares, un 29% menos que en 2023, resume Pitt.
A pesar de que las cantidades extraídas en 2024 fueron mayores, a Sherritt le entraron 109,9 millones de dólares
Al tanto de estas cifras, el Ministerio de Energía y Minas admitió solamente haber pasado por “un proceso de austeridad que ralentizó un poco su crecimiento”. Sin embargo, el informe de Sherritt no escatima elementos negativos en la descripción de sus actividades en la Isla. Apagones, desastres naturales, carencia de combustible y de insumos básicos... la descripción demuestra que la palabra “austeridad” se queda corta ante el panorama.
La escala Altman, un índice para medir el “futuro” de la empresa este año, calificó en –2,85 su rendimiento esperado. “Es como decir que Sherritt tiene grandes oportunidades de quedar en bancarrota en los próximos dos años”, señala Pitt.
El futuro está en Moa, asegura el informe. Sherritt lo ha apostado todo en la ampliación de su planta en la localidad holguinera, para cuyos yacimientos calcula 25 años más de vida útil. Al acabar 2025 esperan haber extraído entre 31.000 a 33.000 toneladas de níquel y 3.300 de cobalto. El metal extraído se transporta a las refinerías de Sherritt en Alberta, Canadá, y de ahí es vendido principalmente a países de Europa y Asia, explica la empresa.
En Moa aspiran a producir precipitado de hidróxido mixto, un compuesto indispensable para la industria del automóvil eléctrico, sobre todo en Estados Unidos. Los constantes choques entre la Administración de Donald Trump y el Gobierno de Justin Trudeau, inmersos en la tensión arancelaria, complican esas esperanzas.
“Tampoco Tesla –la compañía que dirige Elon Musk, uno de los favoritos de Trump– va a usar en sus baterías minerales procedentes de Cuba”, señala Pitt. “Además, las baterías no usarán tanto cobalto y níquel como litio”.
Para cumplir con las obligaciones del Canje de Cobalto, un pacto que permite la explotación de minas como medio para resarcir una deuda millonaria con Sherritt –y que en 2023 le granjeó a la compañía más de 2.000 toneladas–, Cuba tuvo que fraccionar su entrega en el cuarto trimestre de 2024: pagó 23,7 millones en divisa y 223 toneladas en cobalto.
Por una vez, opina Pitt, a Sherritt “le salió bien la jugada”: pese al fraccionamiento, logró vender 50 de las toneladas entregadas por Cuba e ingresó casi un millón de dólares.
El descenso del precio del cobalto en el mercado internacional, por otra parte, ha sido notable
“Es imposible saber por qué hubo ese fraccionamiento pues ni Sherritt ni Cuba han dado información sobre el caso; pero lo lógico es suponer que se debe a que Cuba no tenía suficientes divisas para hacer el pago completo”, especula el empresario. El descenso del precio del cobalto en el mercado internacional, por otra parte, ha sido notable desde que superó los 90.000 dólares por tonelada en 2020-2021, en tiempo de covid-19, cuando surgió el auge de autos eléctricos. Una tonelada se cotiza ahora en apenas 24.300 dólares, una cifra que a la que no se descendía desde 2016.
Un apartado del informe asegura que la empresa ha investigado en profundidad los accidentes que causaron la muerte de dos de sus trabajadores en Moa en 2023. Aseguran que, desde entonces, han implementado nuevas estrategias de seguridad. El resultado, afirman, es que el año pasado no se registró ningún incidente.
No obstante –asegura Pitt– el éxodo de trabajadores ha sido indetenible. Sherritt ha perdido una parte de sus 2.100 trabajadores en Cuba y ha tenido que recurrir a estudiantes “sin ninguna experiencia minera” como fuerza laboral.
Sherritt insiste –en dos capítulos dedicados a los riesgos de operar en Cuba– en las fluctuaciones cambiarias de las divisas en el país y la inflación creciente que experimenta. Además, acusa a EE UU de recrudecer el embargo y de sentar las bases para que la actual crisis estalle.
Admite, no obstante, que los vaivenes económicos del Gobierno, los obstáculos para sacar divisas de Cuba, la incidencia de huracanes y los apagones –cuyo fin no prevén– son factores que afectarán en la práctica el desarrollo de sus actividades en el país, como ya ocurrió en 2024. “Son cambios que escapan a nuestro control”, justifica el informe.
En la ecuación minera de la Isla entra, además, otra variable: el conglomerado militar Gaesa, cuya intervención en la gestión minera de Cuba Pitt ve inminente. El hecho de que el régimen cubano vuelva a estar en la mira de las sanciones de Washington, con la entrada de Trump a la Casa Blanca, ha perjudicado principalmente a los jerarcas de las Fuerzas Armadas, que han perdido el millonario negocio de las remesas y buscan nuevas fuentes de las que “extraer silenciosamente” dinero.
Operando en la sombra, Gaesa ha recolocado en manos militares sectores de la economía cubana que eran competencia del Gobierno civil
Operando en la sombra, Gaesa ha recolocado en manos militares sectores de la economía cubana que eran competencia del Gobierno civil. Lo hizo con la corporación Cimex y con Cupet (Unión Cuba Petróleo) –argumenta Pitt–, además de con Gaviota, el grupo inmobiliario Almest, el Banco Financiero Internacional y muchas otras agencias.
“El azúcar y el café ya no son importantes”, señala Pitt. En el tabaco –que ingresó más de 400 millones de dólares a las arcas estatales (las ventas totales fueron de 827 millones, pero la mitad va al accionista español de Habanos S.A.)– intervienen otros socios poderosos, que no cederán fácilmente su parte. Queda la minería, concluye el empresario. “Y no cualquiera, solo la minería de níquel y cobalto, porque las de hierro, cobre y manganeso no han logrado establecer una producción eficiente”.
“A la Sherritt eso le costará muy caro una intervención de Gaesa”, opina Pitt, “pues sus acciones ya están en niveles deprimentes y perderán toda la atracción aun para los accionistas más arriesgados”. En cuanto al reporte del gigante minero, entusiasta hasta para describir un desastre, es un mero “cuento de hadas”, cuando hay una verdad incuestionable: “Sherritt sigue perdiendo dinero en la Isla”.