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Muere Pepe Mujica, el revolucionario que criticó los excesos autoritarios

Obituario

Al conocer su partida, no he podido dejar de recordar lo cerca que estuve de estrechar su mano, pero los demonios de la intolerancia política lo impidieron

José Mujica, ex gobernante de Uruguay y figura emblemática de la izquierda latinoamericana, ha fallecido a los 89 años / EFE/ Gastón Britos

Este martes ha muerto uno de los pocos líderes latinoamericanos que, tras ejercer el cargo de presidente, mantuvo un prestigio regional libre de acusaciones y de escándalos. Se ha ido un hombre que fue referente de esa política de servicio que tanta falta hace en nuestro continente. José Pepe Mujica, ex gobernante de Uruguay y figura emblemática de la izquierda latinoamericana, ha fallecido a los 89 años. Al conocer su partida, no he podido dejar de recordar lo cerca que estuve de estrechar su mano, pero los demonios de la intolerancia política lo impidieron. 

Corría el año 2015 y me encontraba de visita en Montevideo, invitada por el gremio de periodistas locales. La agenda de aquella gira incluía visitas a medios de prensa, conversaciones con reporteros y artistas gráficos, además de un amplio programa cultural que se prolongaba hasta altas horas de la noche. Uno de los platos fuertes de esa estancia en el país austral era, justamente, conocer a Mujica, un respetado oráculo político que despachaba criterios y enseñanzas con mucho desenfado y bastante autenticidad. El momento era, además, muy trascendente.

Aquel año, las esperanzas habían alcanzado un punto elevado acerca de una posible transición democrática en Cuba. Apenas unos meses antes, en diciembre de 2014, se había anunciado el deshielo diplomático entre Washington y La Habana y los ojos del mundo estaban atentos a lo que ocurría en la Isla. Fidel Castro, convaleciente de la enfermedad que lo alejó del poder en 2006, apenas recibía visitantes y Mujica era uno de los pocos elegidos para acceder a Punto Cero, la finca extremadamente custodiada donde Castro pasó sus últimos años. El uruguayo era muy parco sobre aquellos encuentros, pero había empezado a deslizar críticas al carácter autoritario del modelo cubano.

Conversar con Mujica era para mí una oportunidad de escuchar la opinión de un actor político informado y sincero que conocía mi país de cerca y tenía una visión de todo lo que ocurría en la región

Conversar con Mujica era para mí una oportunidad de escuchar la opinión de un actor político informado y sincero que conocía mi país de cerca y tenía una visión de todo lo que ocurría en la región. Pero nunca pudimos tener aquella charla. Un día antes de la fecha planificada para intercambiar criterios, Pepe le comentó al organizador del evento que tenía que viajar unas semanas después a un homenaje que recibiría en la Casa de las Américas de La Habana. “Tú sabes cómo son los cubanos, no quiero problemas con ellos”, se disculpó para cancelar la reunión, aludiendo a la tradicional intolerancia del régimen cubano hacia cualquier gesto de disidencia. El periodista que escuchó aquella justificación me contó después que el ex presidente estaba apenado y molesto por tener que ajustarse a las susceptibilidades del castrismo. 

Aquel homenaje oficial se celebró y Mujica brilló ante el auditorio con su soltura, pero en los años venideros, el uruguayo fue distanciándose cada vez más del oficialismo cubano. En una entrevista mostró parte de ese abismo que se abría entre la pluralidad que él había abrazado y el partido único impuesto por Castro. "No sirve, no sirve eso”, sentenció con su habitual franqueza. Al leer sus palabras, sentí que lo escuchaba, que aquel encuentro frustrado, en realidad, sí había ocurrido y que habíamos estado hablando en Montevideo o en La Habana por largas horas, sobre la vida, la libertad y el futuro. Buen viaje, Pepe.

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Nota de la Redacción: Este texto se publicó originalmente en Deutsche Welle en español.

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