Las dos centrales de Sherritt en Cuba fueron clave para resolver el apagón

La canadiense aportó unos 816 gigavatios-hora en 2024 al sistema eléctrico nacional y permitió la reconexión de las CTE

Las múltiples deficiencias de las centrales occidentales provocan que, al establecerse la conexión, Boca de Jaruco se sobrecargue.
Las múltiples deficiencias de las centrales occidentales provocan que, al establecerse la conexión, Boca de Jaruco se sobrecargue. / Cubadebate
14ymedio

20 de marzo 2025 - 08:09

La Habana/Las plantas de gas del gigante minero canadiense Sherritt en Boca de Jaruco (Mayabeque) y Varadero (Matanzas) fueron piezas clave para devolver la electricidad a Cuba durante el más reciente apagonazo. Sin esos dos puntales no hubiera vuelto al ruedo la precaria armazón de termoeléctricas, estaciones y grupos electrógenos a la que las autoridades llaman –no sin ironía, después de cuatro desconexiones en menos de seis meses– sistema eléctrico nacional (SEN). 

Para el empresario William Pitt, a cuya familia confiscó Fidel Castro en 1960 varias propiedades con valor minero, el dato tiene una connotación personal: "Estamos contribuyendo al alumbramiento de Cuba con el robo de nuestras minas", asegura a 14ymedio, puesto que, por la producción eléctrica de las plantas de Jaruco y Varadero, el Gobierno paga a Sherritt con minerales extraídos en las minas confiscados en el oriente del país.

Pitt, que ha denunciado continuamente el espolio de Sherritt y el Estado cubano a sus propiedades, subraya también el hecho de que Cuba dependa de una compañía extranjera para resolver una crisis energética grave como la ocurrida desde el pasado 14 de marzo, cuando se anunció la desconexión del SEN. Esta dependencia “significativa” fue admitida por la compañía en su informe anual: Sherritt aportó al SEN unos 816 gigavatios-hora (GWh) en 2024. 

El azote de Boca de Jaruco es la propia Guiteras, por la frecuencia con la que se rompe

Gracias a Boca de Jaruco, señala Pitt, fue posible arrancar el sistema occidental. Sin embargo, las múltiples deficiencias de las centrales occidentales –la más importante de Cuba es la Antonio Guiteras, en Matanzas– provocan que, al establecerse la conexión, Boca de Jaruco se sobrecargue y active su mecanismo de desconexión. Es una estrategia automática “para evitar que la planta se dañe”, añade. 

El azote de Boca de Jaruco es la propia Guiteras, por la frecuencia con la que se rompe. Su desconexión provocó, de hecho, el apagonazo de diciembre. Pitt no descarta que los desperfectos de otras centrales de la zona, como la de Mariel o la de Santa Cruz del Norte –mencionadas habitualmente en el rosario de averías que refleja el parte la Unión Eléctrica (UNE)– contribuyan a la sobrecarga.  

Una situación análoga afecta a la planta de Sherritt en Varadero, indispensable para echar a andar la sección oriental del SEN. Si la Guiteras es quien más golpea la reconexión de Occidente, es la central de Felton, en Holguín, la que cumple ese rol nefasto en Oriente. 

Sherritt no viene en auxilio del régimen por solidaridad, advierte Pitt. Cada megavatio, cada maniobra de arranque, cada solución viene con un precio que Cuba paga en minerales, puesto que carece de dinero para saldar sus deudas. “Sherritt ha tenido que recurrir a extraer aún más mineral de las minas de Moa (Holguín) sin tener que pagarle al Gobierno por ese mineral extra y así considerar ese mineral como pago parcial de la deuda de Cuba. Pero eso no es suficiente”. 

Cada megavatio, cada maniobra de arranque, cada solución viene con un precio que Cuba paga en minerales

Pitt, para quien las maniobras de Castro contra su familia hicieron naufragar al sector minero cubano, no pierde de vista las raíces históricas de la situación: el níquel y el cobalto que Sherritt extrae de Moa, y con el cual el régimen negocia, es de su familia. Se trata de “mineral robado de minas que nos pertenecen a mis hermanas y a mí”, denuncia. 

El régimen no es el único que pasa por un aprieto financiero. Sherritt, como lo refleja entre líneas su informe anual, está “al borde de la bancarrota”, según Pitt. La compañía se enfrenta, asegura el empresario, a un “problema sin solución” a finales de este mes, cuando celebre su asamblea. 

“La caída del precio del níquel y del cobalto en el mercado mundial, junto con las condiciones económicas y políticas que existen en Cuba, le han causado pérdidas a Sherritt año tras año”. Frente a ese panorama, los accionistas tendrán que votar por la mejor solución para librarse del desastre financiero en los próximos dos años. 

Las iniciativas que hasta ahora fueron útiles, como el Canje de Cobalto –un pacto que permite la explotación de minas como medio para resarcir la deuda millonaria del Gobierno–, o la mejora de algunas de sus instalaciones no son suficientes para esquivar la bancarrota, opina Pitt. “No han podido lograr que Cuba pague”, explica, por el apoyo constante de Sherritt a Energas –su socio cubano– y, de apagonazo en apagonazo, la deuda sigue creciendo.  

“Los directores de Sherritt, reconocen muy bien la posibilidad de que la empresa se disuelva y deje de existir"

“Los directores de Sherritt, reconocen muy bien la posibilidad de que la empresa se disuelva y deje de existir, y están tratando desesperadamente de inventar alguna forma de evitar la bancarrota. Al no poder hacerlo con ganancias de sus negocios, lo que han decidido hacer sus directores es prolongar su vida corporativa alargando sus finanzas”, resume Pitt. 

La compañía tiene, ella misma, la obligación de saldar una deuda de 220 millones de dólares antes de 2026. A través de un complicado mecanismo de reestructuración, sus directivos esperan poder extender el plazo hasta 2031. 

Es apenas un “parche”, explica el empresario, y su éxito depende de factores que no están en manos de Sherritt, como los precios globales del níquel y el cobalto. O como un panorama todavía más difícil de predecir: el futuro de Cuba. 

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