Promesas utópicas y ayuda internacional para el plan del Gobierno cubano contra el cambio climático
De apagón en apagón, la realidad se acerca más a la época colonial que a un “futuro luminoso”
La Habana/Nadie sabe cómo se encarnará en la vida real la agenda energética del Gobierno cubano para 2035. La Isla ha actualizado su plan de Contribución Nacionalmente Determinada, presentado frente al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud), e incluye promesas casi utópicas dadas las actuales circunstancias del país, como la generación del 26% de la electricidad a partir de fuentes renovables o el aumento de los vehículos eléctricos.
De apagón en apagón, lo cierto es que la realidad se acerca más a la época colonial que al “futuro luminoso” que prevé el Ministerio de Energía y Minas. La Habana lo sabe, y por eso ha esbozado, al final de su informe, una condición para que sus compromisos lleguen a término: “Estas y otras áreas asociadas al desarrollo económico y social del país, demandarán recursos financieros, tecnología y creación de capacidades, provenientes de la cooperación internacional, y del cumplimiento de las obligaciones de los países industrializados”.
En resumen, el régimen está dispuesto a disminuir su emisión de gases del efecto invernadero, aumentar su uso de energías renovables y combatir el cambio climático siempre que el dinero extranjero fluya sin problemas a través de organizaciones para el desarrollo, el Fondo Verde para el Clima y de los bolsillos de los países obligados a ayudar por la Convención Marco de las Naciones Unidas.
El problema está, y esto el informe lo pasa por alto, en que en el estado actual del país, una década es poco tiempo
El problema está, y esto el informe lo pasa por alto, en que en el estado actual del país, una década es poco tiempo para alcanzar todo lo que La Habana promete. Con un sistema eléctrico cuya generación depende en más del 90% de combustibles fósiles, sumado al lento desarrollo de las energías renovables en la última década, la tarea de alcanzar un 26% de energía limpia y disminuir el consumo de petróleo en 329.000 toneladas equivalentes al año parece, sino imposible, titánica para un país en quiebra.
Y ese es solo el plan presentado al Pnud. El pasado febrero, Miguel Díaz-Canel puso la meta en un 29% de generación limpia para 2030.
Algo similar ocurre con la intención de que, dentro de 10 años, el 70% de los vehículos inscritos en el país, de factura nacional o extranjera, sean eléctricos. Hasta el momento, la Isla solo ha invertido a medias –la otra parte se paga con inversión extranjera– en importar y ensamblar triciclos eléctricos para el transporte de pasajeros o cargas. El resto de los vehículos, ya sean ómnibus, autos para rentar a los turistas o camiones de carga, siguen siendo de combustión.
En la Isla tampoco hay disponible una infraestructura de puestos de carga para este tipo de vehículos. E incluso si existiera, los constantes apagones que se producen actualmente mantendrían estáticos a los carros la mayoría del tiempo.
La zafra, una industria en franca decadencia, es otro de los sectores que pretende mejorar el Gobierno para disminuir la expulsión de gases tóxicos
La zafra, una industria en franca decadencia, es otro de los sectores que pretende mejorar el Gobierno para disminuir la expulsión de gases tóxicos. Actualmente, explica el informe, “en el país existen 11 destilerías, con emisiones de vinazas contaminantes. Los efluentes van a una laguna de oxidación sin tratamiento anaerobio. El metano que se produce va directamente a la atmósfera”.
A partir de 2031, “Azcuba propone reducir el 50% del potencial de emisión de biometano”, asegura el informe. No obstante, la industria del azúcar vive su peor momento y, nada hace presagiar que en los próximos años se produzca una revitalización. En 2024, el país solo destino al sector 555 millones de pesos, un 0,6% de las inversiones totales del Estado. Cuando ni siquiera funcionan los centrales, y no se siembra caña, la renovación de la tecnología para tratar residuos es una promesa complicada.
Cuando ni siquiera funcionan los centrales, y no se siembra caña, la renovación de la tecnología para tratar residuos es una promesa complicada
La lista no para. Cuba tiene planes similares para optimizar el uso de agua potable a pesar de que las empresas que gestionan el abasto no tienen recursos ni para lidiar con salideros. En el último año, varias bombas de embalses se rompieron de forma más o menos simultánea y el país tardó meses en reponer algunas y emparapetar la mayoría. Según describió entonces Antonio Rodríguez, presidente del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, los pocos millones de pesos invertidos en la labor habían supuesto un sacrificio por parte del Gobierno.
Si para 2035 las emisiones de gases de efecto invernadero en el sector ganadero disminuyen será probablemente por culpa de la disminución constante del hato de reses. Si baja el consumo nacional de energía, será porque se ha seguido perdiendo población más allá del 24% desaparecido en los últimos cuatro años. Si se reduce la emisión de CO2, será porque Cuba perdió industrias en lugar de ganar bosques.
En su primera propuesta de Contribución Nacionalmente Determinada, en 2020, la Isla ya había prometido un incremento hasta un 24% de la generación con energías limpias, así como eficiencia y ahorro energéticos. En ambas promesas se avanzó, con la contribución china para construir parques solares con la contribución china para construir parques solares y, en detrimento de la población, gracias a los cuatro apagones totales de los últimos meses.