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Putin recibe a Díaz-Canel y Maduro, piezas clave de la alianza estratégica de Moscú con el eje bolivariano

Internacional

Aunque solo fueron tres en el Ejército Rojo, el presidente ruso celebra la participación de los cubanos en la Segunda Guerra Mundial

Díaz-Canel aseguró que para Cuba es “muy significativo” estar en Moscú. / Kremlin
14ymedio

07 de mayo 2025 - 15:01

La Habana/En plena conmemoración del 80 aniversario de la victoria sobre el nazismo, el Kremlin ha sacado a relucir su músculo simbólico e ideológico, reforzando alianzas con sus socios latinoamericanos más leales: Cuba y Venezuela. En una semana cargada de gestos, discursos y firmas de convenios, Vladímir Putin y su canciller, Serguéi Lavrov, han dejado claro que, para Moscú, el “eje bolivariano” no solo sigue vigente, sino que se proyecta como contrapeso geopolítico en tiempos de guerra y sanciones. 

Miguel Díaz-Canel y Nicolás Maduro, fieles a su rol de aliados ideológicos del Kremlin, acudieron puntualmente a la cita con discursos, flores y tratados de cooperación. Llegaron a la capital rusa por separado, pero con discursos parecidos. Uno habló de memoria histórica, el otro de multipolaridad, y ambos saludaron la “amistad inquebrantable” con Rusia. Vladímir Putin aprovechó la ocasión para reforzar su imagen de líder global asediado pero no solo. 

En realidad, se refiere a tres cubanos: Enrique Vilar y los hermanos Aldo y Jorge Vivó, quienes llegaron a la URSS siendo niños

En su reunión con Díaz-Canel, este miércoles, Putin destacó el papel de la Isla en la Segunda Guerra Mundial, llamada por los rusos Gran Guerra Patriótica. “Cuba hizo su contribución a la lucha contra el nazismo”, expresó ante su homólogo cubano. “Voluntarios cubanos lucharon junto a soldados del Ejército, en particular cerca de Leningrado”. En realidad, se refiere a tres cubanos: Enrique Vilar y los hermanos Aldo y Jorge Vivó, quienes llegaron a la URSS siendo niños. De ellos, solo Jorge sobrevivió a la experiencia.

Díaz-Canel, por su parte, aseguró que para Cuba es “muy significativo” estar en Moscú con motivo del 80 aniversario de la derrota del Ejército nazi en el frente oriental y los 65 años del establecimiento de relaciones diplomáticas entre el régimen castrista y la entonces Unión Soviética.

“El pueblo ruso tiene el mérito de salvar la humanidad del fascismo”, señaló, al tiempo que denunció los intentos de “disminuir el papel protagónico y heroico” de la Unión Soviética en la victoria sobre el fascismo. Según el mandatario, “contar la verdadera historia” es la mejor forma de “preservar la memoria histórica”.

Desde los medios oficiales cubanos, Lavrov firmó un artículo que bien podría titularse “Cartas de amor a Castro”. Allí reiteró el “respaldo sin fisuras” del Kremlin a su socio caribeño. “Cuba siempre puede contar con nuestro apoyo”, escribió, y no contento con eso, agregó que espera que el apoyo sea recíproco. Un gesto de cortesía, claro, pero también un recordatorio sutil de las reglas del juego entre aliados. 

El tono del mensaje mezcla épica soviética y diplomacia utilitaria: “Estamos en el lado correcto de la Historia”, dijo Lavrov, sin ironía aparente. También recalcó el apoyo de La Habana a Moscú en “la guerra híbrida desencadenada por Occidente”, refiriéndose al conflicto en Ucrania. No faltaron las referencias a la cooperación estratégica, los más de cien proyectos de inversión rusos en la Isla y la gratitud por el respaldo cubano en organismos internacionales. 

Sumida en su peor crisis económica en décadas, con apagones, escasez y una inflación galopante, Cuba ve en Rusia una tabla de salvación / Kremlin

Eso sí, lo que La Habana busca con urgencia es menos ideología y más recursos. Sumida en su peor crisis económica en décadas, con apagones, escasez y una inflación galopante, Cuba ve en Rusia una tabla de salvación. Pero esta tabla viene con condiciones: alinearse políticamente y asistir puntualmente a los desfiles de la Plaza Roja. 

A pesar de que el ministro de Exteriores ruso calificó a la Isla como “socio prioritario”, Putin prefirió reunirse antes con Maduro. Mientras Díaz-Canel paseó por Moscú y depositó flores junto a la estatua de Fidel Castro, Maduro firmó en el Kremlin un nuevo Acuerdo de Asociación Estratégica y Cooperación. Lo hizo entre elogios al Ejército Rojo, recordando que salvó al mundo con “27 millones de mártires” y declarando que Rusia es hoy “la potencia principal de la humanidad”.

El acuerdo con Venezuela busca consolidar relaciones “a largo plazo” en sectores como energía, logística, salud y transporte. Putin celebró que el comercio bilateral aumentó un 64% en 2024, aunque sigue siendo modesto en cifras absolutas (unos 200 millones de dólares). Las fotos, sin embargo, son más valiosas que los balances: en ellas, Putin y Maduro sonríen como viejos camaradas, sellando la narrativa de una resistencia global frente al “imperio” y sus aliados. 

Cuba y Venezuela son piezas clave: leales, previsibles y dispuestas a hacer acto de presencia en los foros y ceremonias que lo requieran

La simultaneidad de estos gestos no es casual. En el ajedrez internacional, Moscú cultiva cuidadosamente su red de aliados con discursos de soberanía, multipolaridad y fraternidad histórica. Cuba y Venezuela son piezas clave: leales, previsibles y dispuestas a hacer acto de presencia en los foros y ceremonias que lo requieran. A cambio, obtienen petróleo, trigo, créditos, y algo aún más escaso: legitimidad internacional. 

Para los tres Gobiernos –Rusia, Cuba y Venezuela– este tipo de escenografía diplomática sirve para reforzar la narrativa interna: no están aislados, tienen socios poderosos, y el “nuevo orden mundial” está en marcha. Todo eso, aunque los ciudadanos de a pie sigan enfrentando apagones, sanciones, inflación y una inercia institucional difícil de maquillar con desfiles y abrazos. 

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