El régimen cubano celebra la generosidad de la dictadura de Batista

Efeméride

Se cumplen 70 años desde que Fidel Castro fue amnistiado, un privilegio con el que no pueden soñar los presos políticos de hoy

Ramiro Valdés, uno de los que fue enviado al Presidio Modelo, volvió este jueves junto a Miguel Díaz-Canel y otros jerarcas.
Ramiro Valdés, uno de los que fue enviado al Presidio Modelo, volvió este jueves junto a Miguel Díaz-Canel y otros jerarcas. / Presidencia de Cuba
Juan Izquierdo

17 de mayo 2025 - 10:45

La Habana/La plana mayor del régimen celebró este jueves el 70 aniversario de la excarcelación, gracias a una amnistía concedida por Fulgencio Batista, de Fidel Castro y otros asaltantes del cuartel Moncada en 1953. La efeméride, cuyo acto tuvo lugar en la isla de la Juventud, trae consigo una ironía insoslayable: en las cárceles del régimen –mucho más siniestras que el antiguo Presidio Modelo– cumplen condena cientos de presos políticos a los que se les ha negado sistemáticamente el indulto. 

Los dirigentes que tuvieron a su cargo el discurso de homenaje resaltaron la “presión popular” como factor que Batista no pudo eludir a la hora de liberar a aquellos “muchachos”. Hastiados por el baño de sangre que había supuesto el Moncada, muchos cubanos pedían al Gobierno clemencia con Castro y los suyos, y no condena a muerte. 

Envalentonado por lo que consideró una muestra de apoyo popular a su causa, el entonces abogado –que había fracasado en la política y optado por la violencia gangsteril– hizo filmar la salida del Presidio Modelo de él y sus compañeros. Las imágenes de los jóvenes partiendo de la “Siberia cubana” serían reproducidas una y otra vez por la propaganda revolucionaria. 

Valdés, durante el homenaje.
Valdés, durante el homenaje. / Presidencia de Cuba

Castro había sido sentenciado a 15 años de prisión, tras abrirse la Causa 37 de 1953, que también deparaba condenas similares para sus compañeros. Las mujeres que participaron en el asalto –Melba Hernández y Haydée Santamaría– fueron enviadas a Guanajay, la prisión donde hoy está encerrado el artista Luis Manuel Otero Alcántara y, según algunos rumores, también el defenestrado ministro de Economía Alejandro Gil. 

En el Presidio Modelo tuvo lugar, según dijo Castro en muchas entrevistas, su “conversión” al marxismo, que hasta entonces solo había sido estudiado por Raúl Castro. Supuestamente, los reclusos se organizaron en círculos o “academias” para leer libros comunistas, que hoy se conservan en un museo del lugar. 

El propio caudillo confesaría años más tarde que, gracias al tiempo libre que disfrutaba y a los libros que le traía su familia, había leído más que nunca en su vida. También disfrutaba de comidas suntuosas que le traía Naty Revuelta, una mujer de alcurnia en la Cuba republicana, y cuyo amorío con Fidel le costó a ambos sendas rupturas con sus parejas de entonces. 

Castro resumiría su vida en prisión en un pequeño horario, que recuerda a la disciplina de los jesuitas con los que estudió: “Tenemos derecho al patio de 10 a 10 y 30 a.m. y de 1 a 4 p.m. En cuanto al horario que llevan en prisión: “Sintetizando: a las 5 y 30, desayuno; a las 8, clases hasta las 10 y 30 am.; 10 y 45, almuerzo; 2 pm., clases de nuevo hasta las 3; recreo hasta las 4; 4 y 45, comida; 7 a 8 y 15, clases de economía política y lectura en común; 9 y 30 pm., silencio”.

No pasaron necesidades, ni fueron torturados, ni se les negó la atención médica o las visitas familiares, cosa que no pueden decir los presos cubanos hoy, tanto políticos como comunes. A pesar de eso, Castro siempre lamentó que lo colocaran durante unos días en una celda aparte y sin corriente, otro “privilegio” negado no ya a los presos, sino a cualquier cubano y en cualquier provincia por varias horas cada día. 

Ramiro Valdés, uno de los que fue enviado a la entonces llamada isla de Pinos hace siete décadas, volvió este jueves junto a Miguel Díaz-Canel y “6.000 pobladores del municipio especial”. No participó en el homenaje Raúl Castro, otro de los reclusos de entonces, y que también fue grabado maleta en mano, de traje y rumbo a México aquel día, una apariencia muy distinta a la de los depauperados excarcelados que logran salir de las prisiones del castrismo. Ese día, Castro dio una conferencia de prensa en un hotel local. 

El festejo por la excarcelación de Castro, según la prensa oficial, “no es una exaltación del pasado sino un llamado al presente”, una frase también cargada de ironía: varios de los 553 presos que el régimen prometió al Vaticano liberar han debido retornar a prisión por “no cumplir” con las condiciones draconianas que se les impusieron. 

Ahora, como en 1953, la “presión popular” no puede ser más elocuente sobre la necesidad de liberar a José Daniel Ferrer, Félix Navarro, María Cristina Garrido, Sayli Navarro y otros cientos de presos. Sin embargo, si algo dejó claro la ceremonia celebrada este jueves es que el batistato es cosa del pasado. Y, al parecer, las amnistías también.

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