El Gobierno cubano pone como "prioridad ineludible" modernizar la infraestructura turística
Cuba
- La prensa oficial afirma que hay excedentes en el sector agrícola por la bajada de viajeros
- El economista Pedro Monreal cree que al Gobierno no le importan los hoteles, sino el negocio inmobiliario al alquilarlos
Madrid/María, que ha aprovechado una pausa de camino al trabajo, era la única clienta sentada esta semana en la terraza del Hotel Inglaterra. “Mira, ahí están los músicos, tocando para nadie, como siempre que paso por aquí”, ironiza mientras remueve con la cucharilla el capuchino que ha pagado en 300 pesos al camarero.
La estampa, impensable años atrás, cuando el turismo era aún de las pocas cosas que iban bien en la Isla, se ha convertido en cotidiana para la nueva Cuba, en la que ya las autoridades han dejado de fingir hablando de la locomotora de la economía para reconocer que el momento es el peor “desde el derrumbe de las Torres Gemelas, en 2001, sin contar el período pandémico”, como dijo el ministro del ramo, Juan Carlos García Granda el pasado mes ante el Parlamento.
Dos semanas después, Cubadebate analiza –a su manera– en un especial los catastróficos datos del turismo en el último año y esboza la estrategia para rectificar el rumbo, que debe ser, consideran, invertir más. “La modernización de la infraestructura turística aparece como otra prioridad ineludible. La implementación de programas focalizados de rehabilitación en instalaciones claves –comenzando por los polos de Varadero y los cayos– podría mejorar significativamente la competitividad sin requerir inversiones enormes”, indica el medio.
Entre las mejoras de infraestructuras podrían estar incluidas las que García Granda avanzó para los aeropuertos, pero varios párrafos del texto indican que también se contemplan inversiones hoteleras. “Mientras Cuba lucha por mantener su infraestructura hotelera, otros países de la región han invertido masivamente en la modernización de su oferta”, señala Cubadebate.
Entre las mejoras de infraestructuras podrían estar incluidas las que García Granda avanzó para los aeropuertos
Los datos, en cambio, indican que el régimen de La Habana no ha hecho sino incrementar de manera incansable e inconsistente con las cifras de viajeros internacionales que llegaban, las capacidades hoteleras. Este mismo viernes, el economista cubano Pedro Monreal publicó un post en el que resume algunos indicadores alarmantes, como es el caso de Ciego de Ávila, donde el número de alojamientos se cuadruplicó en solo dos años (2020-2022). En Holguín y La Habana, el pasado 2024 las plazas crecieron exponencialmente también, un 26,3% y 28,4% respectivamente.
“La escala del arribo de turistas no exigía ampliar las capacidades de alojamiento durante y después de la pandemia. Aumentar capacidades de alojamiento en condiciones de una sostenida baja ocupación arruina la eficiencia operativa del turismo”, argumenta el experto. En su texto analiza otros datos más conocidos, como el hecho de que la tercera parte de la inversión total del país se destinara al sector, cuya tasas de ocupación no han superado el 30% en los últimos cinco años.
Monreal sostiene que la obsesión del régimen, más que en los hoteles, está en considerarlos un vehículo de inversión dentro de un modelo de negocios inmobiliario del que se benefician las entidades inversoras, que son, en definitiva, la corporación militar Gaesa, que alquila sus activos a compañías internacionales. Ese modelo, afirma, se beneficia, además, “de manera estable de fondos de inversión ‘extra’ (vía presupuesto estatal) y de ventajas fiscales y aduanales (derivadas de las Asociaciones Económicas Internacionales que establecen)” y cabe poco optimismo al respecto, ya que está “blindado” por “enchufismo político y opacidad corporativa”.
El artículo de Cubadebate, que obviamente no menciona este vector, indica que la falta de turistas está siendo desastrosa, tanto para la adquisición de divisas (unos 2.300 millones de dólares directos y hasta 8.000 si se incluyen el efecto indirecto) como para el resto de sectores vinculados. Contradiciendo a los ministros, que en el Parlamento afirmaron que no hay viajeros por el desabastecimiento de comida, Cubadebate expresa algo insólito.
"El sector agrícola, que destina un volumen significativo de su producción al abastecimiento de la industria turística, enfrenta ahora excedentes"
“El sector agrícola, que destina un volumen significativo de su producción al abastecimiento de la industria turística, enfrenta ahora excedentes que no encuentran mercado interno alternativo”, argumenta, en franca discordancia también con las cifras de producción agropecuaria o la industria manufacturera, por no hablar de los deseos de los cubanos de ver en los supermercados ese inesperado excedente. Y como si le sobraran aún más cosas al Estado, el medio también indica que “el sector del transporte, con una flota de taxis y autobuses vinculados al turismo, ve comprometida su sostenibilidad”.
El texto encuentra causas sui generis al desplome del turismo en la Isla, que hasta junio –con 1.680.304 visitantes, 319.654 menos que en 2024– ha caído más de un 20% en comparación con el pasado año, que tampoco fue nada bueno. Entre ellas, y dejando de lado el impacto del “bloqueo de Estados Unidos”, se menciona un presunto contexto internacional adverso al que contribuyen la inflación, la –inexistente– recesión en Europa y el encarecimiento de los vuelos, que perjudican al turismo internacionalmente.
Paradójicamente, la Organización Mundial del Turismo no ha hecho más que exhibir datos de mejora anualmente desde el fin de la pandemia y las previsiones para este año incluyen un crecimiento de entre el 3% y el 5%. Países líderes del sector, como España, han revelado este 1 de agosto buenos datos del primer trimestre, por ejemplo, que Canarias superó el 80% de ocupación hotelera, así como sus previsiones para agosto, que contemplan llenos superiores al 90% en zonas como Andalucía, Baleares y Cataluña.
El mismo Meliá, grupo hotelero balear con grandes negocios en Cuba, puede desmentir el presunto mal contexto internacional
El mismo Meliá, grupo hotelero balear con grandes negocios en Cuba, puede desmentir el presunto mal contexto internacional. Sus datos del primer semestre ponen en evidencia que precisamente es la Isla el punto negro de sus finanzas. La compañía ganó 991,1 millones de euros, un 3,2% más que en el mismo período del año anterior, redujo su deuda en más de 28 millones y aumentó su beneficio neto un 72,4%, todo ello gracias al crecimiento de todos sus destinos, salvo Alemania y Cuba. Los números de la Isla son tétricos y, de lejos, los peores de todas las principales ubicaciones: ocupación inferior al 40% incluso a costa de hundir los precios –80 euros de promedio, un 10% menos que el año anterior– y un beneficio por habitación de 31,7 euros. Pese a ello, este julio han reabierto bajo su gestión el Hotel Bristol, que antes administraba Kempinski.
Ante este panorama y la pérdida de cuantiosos visitantes tanto de su principal mercado –el canadiense– como de su mayor promesa –el ruso, cuya caída atribuyen a las sanciones por la invasión de Ucrania, pese a que llevan tres años en vigor–, el régimen considera positivo que se sostienen relativamente los viajeros procedentes de Estados Unidos, por “la diáspora cubana”, y que México, Argentina y Colombia aguantan, síntoma, estos últimos de que hay “efectividad en las campañas promocionales dirigidas específicamente al público sudamericano”.