Desaparecidos por el totalitarismo
Cajón de Sastre
En 'Cuba desde 1959. Los desaparecidos del castrismo', Daniel Pedreira demuestra que, en la Isla, hay muchos desaparecidos por la vesania de los esbirros del régimen y la maldad de sus dirigentes
Miami/Se suele creer que las dictaduras ideológicas no incurren en crímenes extrajudiciales y menos aún practican la desaparición de quienes se les oponen, no porque sean más tolerantes que el despotismo uniformado, sino porque al controlar las instituciones del Estado tienen la capacidad de legitimar sus crímenes por horribles que estos hayan sido.
Sin embargo, el sistema totalitario castrista ha practicado la desaparición de sus enemigos como cualquier dictadura militar que haya padecido el hemisferio, lo que motivó que hace unos años el Instituto de la Memoria Histórica Cubana contra el Totalitarismo, bajo la coordinación de Jose Luis Fernández, organizara la conferencia Los desaparecidos del castrismo y que posteriormente el doctor Daniel Pedreira, después de una ardua investigación, haya realizado una obra clave para conocer los extremos a los que ha llegado el régimen totalitario por tal de conquistar el poder y conservarlo.
En Cuba desde 1959. Los desaparecidos del castrismo, Pedreira demuestra que, en la Isla, aunque hay leyes que contemplan la pena de muerte, aplicada miles de veces en estos 66 años de tiranía, hay muchos desaparecidos por la vesania de los esbirros del régimen y la maldad de sus dirigentes.
El caso más notorio es el de Andrew de Graux Villafaña, cuya hermana Mary lleva décadas reclamando a la dictadura totalitaria cubana información sobre su hermano
Siendo el caso más notorio entre los desaparecidos el de Andrew de Graux Villafaña, cuya hermana Mary lleva décadas reclamando a la dictadura totalitaria cubana información sobre su hermano.
Andy, ciudadano estadounidense por vía paterna, se unió a las guerrillas del Escambray para luchar contra el castrismo cuando tenía 18 años. El joven guerrillero fue herido en la finca Limones Cantero durante un enfrentamiento con las milicias, el 13 de septiembre de 1962. Recibió dos balazos, uno de los proyectiles le entró por el hombro y terminó alojándose en la quinta vértebra, dejándolo inmóvil.
Capturado, fue conducido al hospital de Trinidad, su pueblo natal. Conocía al médico y le pidió que avisara a su madre, pero otro galeno, más represor que curador, Cuco Lara, ordenó que el herido fuera sacado de la sala y recluido en un cuarto aislado, en consecuencia, cuando los padres llegaron al sanatorio, no lo pudieron ver.
No recibió atención médica. Después de ser torturado física y psicológicamente, lo trasladaron por orden de la Seguridad del Estado al hospital de Cienfuegos.
Mientras, la madre de Andy visitó la delegación suiza en La Habana, representante de Estados Unidos en Cuba, siendo las gestiones infructuosas.
Recuerda Mary, en entrevista concedida a Pedreira, que ya en ese momento su hermano había sido operado por el doctor Rodríguez Marcoleta, aunque la familia desconocía por completo lo acaecido y seguía ignorando donde se encontraba su deudo.
El 18 de septiembre el galeno Rodríguez Marcoleta fue a ver a Andy. No lo encontró. Preguntó por el operado y le respondieron que había muerto. En la morgue pidió ver el cadáver, tampoco estaba. Días después la Seguridad del Estado le pidió al médico que firmara el certificado de defunción de Graux Villafaña, a lo que el galeno se negó rotundamente.
Los hermanos Pedrozo y los igualmente hermanos Becerra, quienes también habían sido guerrilleros contra el totalitarismo, son otros desaparecidos
Mary de Louise de Graux Villafaña, quien no ha cesado en la búsqueda de su hermano, manifiesta preocupación por otros jóvenes desaparecidos que se alzaron en armas contra la dictadura. Los hermanos Pedrozo y los igualmente hermanos Becerra, quienes también habían sido guerrilleros contra el totalitarismo, son otros desaparecidos.
También desaparecidos son Orlando Collazo y Lázaro Fernández. Se supone que murieron en combate. Los restos de Fernández, según algunas versiones, fueron expuestos en el parque del pueblo de Guao, pero sus familiares nunca vieron su cadáver. Tampoco fueron informados de su muerte.
Hace varios años la señora Yolanda Ibáñez presentó al Comité Cubano Pro-Derechos Humanos, en La Habana, una denuncia por la desaparición de su padre, el agricultor Carlos M. Ibáñez, quien según las autoridades había sido arrestado y fusilado sumariamente en 1965. La familia Ibáñez nunca ha visto el cuerpo de su deudo, ni tampoco donde fue sepultado.
Esta es una situación que padecen miles de familias cubanas. Suponen que sus familiares fueron sepultados o muertos en combate, pero nunca tuvieron la oportunidad de velarlos, ni sepultarlos, aún peor, ignoran dónde están los restos mortales de sus parientes.
Los restos mortales de las más de 70 personas fusiladas y sepultadas en una fosa común en la Loma de San Juan, en Oriente, el 12 de enero de 1959 por orden de Raúl Castro, han desaparecido del lugar donde fueron enterradas, según denuncia el ex prisionero político Ramiro Gómez Barruecos.
Según investigaciones de Jose Luis Fernández, en la finca San Gabriel, en Las Villas, los guerrilleros Juan Antonio Benítez, Gabriel Morales y Onelio Pérez fueron abatidos por la milicia. Sin embargo, es un supuesto, ya que no hay quien atestigüe que vio los cadáveres o diga conocer donde están enterrados.
Alberto Álvarez Bravo ha denunciado públicamente la desaparición de Alberto Sigas, avalada con los testimonios de su esposa, Carmen Núñez Armesto, y su madre, Elia Echevarría.
Poco se ha escrito sobre los desaparecidos por el totalitarismo cubano y es que hasta en ese aspecto el control de la información instaurado por la dictadura le ha sido útil, control que nuestro autor Daniel Pedreira ha roto para siempre.