"El último clavo en el ataúd" del privilegio cubano, según la Junta Editorial del 'Miami Herald'
Migración
No es compatible aumentar la presión de EE UU sobre la dictadura castrista y cerrar las puertas a los que escapan de ella
La Habana/“Si Washington quiere apretarle las tuercas al régimen”, ha publicado The Miami Herald este lunes, “debe encontrar una manera de hacerlo sin abandonar a quienes intentan huir”.
El texto de la Junta Editorial ha dejado en evidencia la mayor contradicción que enfrenta la Administración de Trump entre su apretón de tuercas a La Habana y sus políticas migratorias. En su relación con Cuba, dice la publicación, Estados Unidos “ha seguido un ritmo predecible: presionar, observar el deterioro de la situación en La Habana y prepararse para la próxima oleada de cubanos que se dirigen a Florida. Esta vez, sin embargo, las puertas estarán cerradas”.
El periódico califica la decisión de EE UU de poner fin al programa de parole humanitario para cubanos, haitianos, nicaragüenses y venezolanos (CHNV), como “el cambio más drástico en la política migratoria estadounidense hacia los cubanos desde los primeros años de Castro” y “el último clavo en el ataúd de una vieja suposición: que los cubanos que llegan a suelo estadounidense reciben un trato diferente”.
Nunca antes el cubano exiliado había sentido tanto temor ante la llegada del correo. Ahora son demasiados los ejemplos de personas que admiten estar desesperadas y con miedo real ante esa notificación que los invita a “auto deportarse”.
"Su silencio no es neutral ni muestra ignorancia; es complicidad y cobardía”
Asombra también la poca resistencia por parte de la delegación del Congreso de Miami-Dade frente a decisiones que afectan a su propia comunidad. El editorial alude a la carta abierta del acaudalado donante político Mike Fernández a los congresistas: “Su silencio no es neutral ni muestra ignorancia; es complicidad y cobardía”. El empresario acusó a estos políticos de arrodillarse ante Trump. De los señalados, solamente reaccionó María Elvira Salazar, defendiendo su propuesta de Ley de Dignidad.
El exilio cubano fue duramente crítico con la Administración de Obama por poner fin a la política de “pies secos, pies mojados”. Lo acusaban de acabar con una era de privilegios para una comunidad que tenía razones legítimas para escapar de la dictadura más vieja del continente.
El actual debate recuerda también aquella acalorada polémica que suscitó en la comunidad cubanoamericana de Miami la presentación del libro Cuban Privilege (Cambridge University Press, 2022), de la académica estadounidense Susan Eckstein. No pocos señalaron en su momento que el texto fomentaba “el odio hacia el exilio cubano”, queriendo poner fin al estatus especial.
Pero tan solo tres años después de aquel debate, esa misma comunidad observa impasible a una Administración que opta por “regionalizar su política migratoria, incorporando a Cuba en una estrategia más amplia que abarca a todo el hemisferio”, según apunta la Junta Editorial. Lo que alguna vez fue un camino expedito hacia el sueño americano, convirtiendo a los migrantes provenientes de la Isla en exiliados políticos automáticos, hoy los enfrenta a los mismos muros que cualquier otro latinoamericano.
Nadie pone en duda que el presidente apelará para lograr lo que prometió durante su campaña: deportaciones masivas
El plan de Trump de despojar de amparo a medio millón de migrantes ha sido temporalmente bloqueado por una jueza federal de Massachusetts, quien dictaminó el lunes 14 de abril que el Gobierno no puede despojarlos de sus protecciones legales sin revisar sus casos individuales. Pero nadie pone en duda que el presidente apelará para lograr lo que prometió durante su campaña: deportaciones masivas.
Otros analistas también coinciden en que las políticas de máxima presión no son compatibles con la contención migratoria que se pretende conseguir. Y mucho menos esperan que un eventual estallido social en la Isla sea lo más deseable para una Administración que prefiere a “gobernantes duros”, capaces de mantener el orden en sus territorios, sin generar ni un mínimo atisbo de caos tan cerca de sus fronteras.