APOYO
Para ayudar a 14ymedio

La presencia de 'boinas negras' a bordo del buque escuela venezolano espanta a los cubanos

Cuba-Venezuela

Mientras hubo colas para visitar el velero mexicano 'Cuauhtémoc", pocos se acercaron al 'Simón Bolívar'

Boinas negras cubanos a bordo del buque escuela venezolano 'Simón Bolívar', en el puerto de La Habana. / 14ymedio
Juan Diego Rodríguez

04 de mayo 2025 - 07:52

La Habana/Alguna explicación habrá para que los habaneros no acudan a la cubierta del Simón Bolívar, el buque escuela que enorgullece a Nicolás Maduro, con el mismo entusiasmo con que abordarían un barco mexicano, español o incluso ruso. El ambiente de tensión y vigilancia militar es tal que un sexto sentido aleja a los caminantes de la escalerilla que lleva al velero.

Visto de lejos, el Simón Bolívar no carece de belleza. Anclado en el puerto habanero, tres mástiles con sus aparejos recogidos, un escudo de armas de la marina venezolana en la proa y un casco blanco y limpio: es un bonito bergantín construido en 1979, cuando Hugo Chávez era apenas un cadete y Nicolás Maduro un muchachito de 17 años. 

La sombra del chavismo casi parece ausente de un barco que se construyó en los astilleros de Bilbao, en España, al mismo tiempo que el Cuauhtémoc, su “hermano” mexicano con el que compartió la rada hace solo unos días. Ambos han cruzado muchos mares y han estado bajo las órdenes de disímiles comandantes. 

Mirar de cerca la cubierta es suficiente para constatar la desidia que desgasta cualquier bien público en un régimen autoritario

Basta subir a cubierta para que el hechizo se rompa. Boinas negras cubanos y marinos venezolanos vigilan atentamente a los pocos habaneros que se han decidido a subir. Se asciende con recelo y se inspeccionan los elementos del barco –timón, botes salvavidas, cabos– con miedo a cometer algún error. 

Mirar de cerca la cubierta es suficiente para constatar la desidia que desgasta cualquier bien público en un régimen autoritario. Los tabloncillos de madera de la quilla están carcomidos y secos, y se nota que no han visto desde hace años una restauración. La pintura negra de las cadenas y anclas tiene el color del mal chapapote que se usa para disimular los baches en las carreteras. Las lonas son de un azul mohoso. 

La sombra del chavismo casi parece ausente de un barco que se construyó en los astilleros de Bilbao, en España. / 14ymedio

En muchos sentidos, La Habana combina bien con el Simón Bolívar. El reglamentario paseo por la ciudad de los cadetes –mientras sus oficiales sostienen reuniones con las Fuerzas Armadas de la Isla– les muestra una urbe envejecida y decadente, que quizás les recuerda a la también deteriorada Caracas. 

Un trío de ancianos le arranca notas a sus guitarras y güiros con la esperanza de que alguien deje caer dólares o euros. No harán “el día” con los jóvenes venezolanos, desde luego, cuyo estipendio en bolívares debe ser tan austero como que el Ejército cubano paga a sus reclutas. 

Se asciende con recelo y se inspeccionan los elementos del 'Simón Bolívar' con miedo a cometer algún error. / 14ymedio

El sábado, antaño un día de vértigo y fiesta para los habaneros –sobre todo a medida que caía el sol– es un día más de aburrimiento y carencias. En la bahía los buques entran y salen, la patana turca exhibe sus torres, las paredes se caen y el tedio va silenciando a la gente. En esa ciudad de apagones, si alguien se acerca al puerto podría confundir al Simón Bolívar con un buque fantasma.

1 Comentario
Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último